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Espectáculos |LA CARTELERA LOCAL

Las Gyldenfeldt traen su ópera disidente: “Como respetamos y amamos esa tradición, la queremos viva”

Las gemelas no idénticas traen a La Plata “Ópera Queer”, espectáculo galardonado con la Estrella de Mar 2025: otra manera, juguetona y rupturista, de abordar la música académica

Las Gyldenfeldt traen su ópera disidente: “Como respetamos y amamos esa tradición, la queremos viva”

Ferni y Luchi: las gemelas traen a la Ciudad su exitosa ópera disidente

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

11 de Agosto de 2025 | 03:48
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De chicas, las gemelas Ferni y Luchi De Gyldenfelt se disfrazaban y cantaban la música de sus óperas preferidas. Era un juego, pero ese juego evolucionó, creció con ellas mientras se formaban como artistas, y jugando llegaron a “Ópera Queer”, el show de ópera disidente ganador del Estrella de Mar de este año, que se verá en La Plata este viernes.

Un espectáculo que discute la herencia cultural musical de los últimos 200 años a través de una mirada disidente. “‘Ópera Queer’ es muchas cosas, pero para nosotras, en algunos momentos, es el cuarto de casa de mamá, cuando no estaba porque se iba a trabajar y la Luchi bajaba de la escalera con una sábana y cantaba la escena de ‘Lucia de Lammermoor’: ella era la diva y yo le hacía los coros, los roles coprotagónicos”, cuenta Ferni en diálogo con EL DIA. Aquella esencia lúdica se sostiene: las dos gemelas no idénticas que subirán al escenario del Teatro Metro (4 entre 51 y 53) podrían ser “esas dos hermanas, medio musas, medio payasas, arlequinas” del cuarto de la infancia. Esas hermanas que jugando a la ópera la subvertían, la discutían, la transformaban, la sacaban del museo del tiempo y le devolvían la vitalidad: en ese juego había una potencia, “era el permiso que tuvimos ambas, para explorar aquello que estaba reprimido, que no estaba tan habilitado, el maquillarse, el vestirse”.

Desde entonces, muchas cosas han cambiado, claro. La Ferni, desde aquellos días de la infancia, egresó del Conservatorio Astor Piazzolla, construyó una carrera en el folclore disidente y se convirtió en la primera voz trans no binaria en subir al escenario Atahualpa Yupanqui, en Cosquín. La Luchi se licenció en Artes Musicales en la UNA, donde encabeza la cátedra de canto lírico disidente mientras pone su voz a música académica en el Teatro Avenida o el Colón. El juego, igual, continuó siempre, recuerda Luchi: “Fueron muchos años de hacer otros tipos de versiones de ópera, en el conservatorio hacíamos lo que se esperaba del género. Pero ese juego siempre estuvo: salíamos de una clase del Conservatorio y en la calle íbamos agarradas del brazo cantando, ella me cantaba el tenor y yo la soprano, jugábamos”.

Ocupadas las dos en sus carreras, con el correr de los años, “Ópera Queer”, cuyo germen tiene ya una década, se convirtió en ese lugar de juego y encuentro sin tiempo para las hermanas. “Es nuestro vínculo convertido en obra de teatro”, dice Luchi. “Ha significado para ambas una trinchera amorosa: es una traducción de nuestra historia y nuestro enlace a través de la música, de los distintos viajes que cada una hizo y sigue realizando, convertido todo eso en un espectáculo”, sigue Ferni. Y “sucede cuando nos podemos encontrar: no estamos siendo extractivistas con nosotras mismas”, agrega Luchi.

 

“No es solo un espectáculo disidente, es un espectáculo que no sigue ninguna norma. Evidencia la potencia de lo distinto”

Luchi De Gyldenfeldt

 

Las hermanas recuerdan la primera vez que ese juego subió al escenario: en 2015, Amarella, “la madrina de ‘Ópera Queer’”, las invitó a su ciclo en Casa Brandon, en Villa Crespo: quería invitar a estas dos gemelas amigas suyas y jugar un juego relacionado a sus similitudes físicas, en un número humorístico. Las Gyldenfeldt siguieron la corriente, “pero de repente, esas dos personas empezaban a cantar una canción de cámara, una vidala, un dúo de Verdi”, recuerda Ferni. “Nos ovacionaron de pie, Casa Brandon se vino abajo. Esa fue la semilla”.

Durante varios años, en el under, cuando podían, cuando había tiempo, se encontraban y hacían sus canciones disidentes. El espectáculo fue creciendo, conceptualmente, también en términos de puesta y de apuesta. En 2018, viajaron al Festival Disidente en El Bolsón y Amarella, otra vez, las instó a hacer su dúo. Fue tan exitoso que Dani Umpi escribió que fueron la revelación del festival. “Nadie nos conocía, nadie sabía qué era lo que habíamos hecho: éramos dos hermanas gemelas jugando a deconstruir la ópera”.

“Ópera Queer” iba creciendo, “pero siempre a la gorra, más una herramienta de militancia, de artivismo: pusimos mucho la cuerpa en las calles, lo hemos hecho cagadas de frío, de noche, en cualquier lado donde nos invitaran”, recuerda Ferni. Hoy, sin embargo, algo ha cambiado: “Nos convencieron de que tenía valor, que estábamos para más que una gorra”, cuenta Ferni. Así, apostaron por profesionalizar el espectáculo: hicieron temporada en la capital federal, y verano en Mar del Plata, donde ganaron la Estrella de Mar.

Pero que el espectáculo crezca y cobren una entrada no implica una entrega, sino, al contrario, una respuesta a estos tiempos de tiranía del mercado. Y aún si ocupa espacios comerciales, si salió del under, cuenta Luchi, “sigue siendo el área más disidente de mi vida: no es solo un espectáculo disidente, es un espectáculo que no sigue ninguna norma, ningún camino establecido. Evidencia la potencia de lo distinto, de lo que no encaja en moldes que quedaron antiguos. Hay algo que se escapa, no lo puedo explicar, pero hay algo que escapa a esos moldes”.

Es que el espectáculo no es una parodia trans de la ópera, afirman ambas. Hay elementos humorísticos, clownescos, sigue siendo un varieté musical juguetón, pero mientras las hermanas repasan la historia de la música, la discuten y la deconstruyen sobre escena (Luchi interpreta a un personaje más clásico, ligado a su formación, hasta que irrumpe su hermana Ferni y mezcla lo popular en esa historia de la música), dan nuevos sentidos a esas músicas del pasado.

“Discutimos los argumentos de la ópera, intentamos contemplar, con respeto a la partitura y a los códigos de la ópera. Pero cuando cantamos ópera, cantamos ópera: la Luchi es la mejor mezzosoprano de este momento”, lanza Ferni, y explica: “Nosotras proponemos otra cosa: amores disidentes, una Carmen trans. Cuestionamos la heterosexualidad, el romanticismo implícito en todos los argumentos de la ópera, las nomenclaturas y los registros vocales. ¡La solemnidad! Esta investidura que está siempre detrás de este género: nosotras hacemos cantar a la gente, destrozamos la cuarta pared, buscamos la complicidad del público”.

“En ese repaso que hacemos de la historia de la música”, sigue, “siempre está presente la posibilidad de otra versión, nueva. Eso creo que es interesante: como amamos esa música, como respetamos esa tradición, la queremos viva. La tradición no tiene que ser algo muerto, como dijo el Chango Spasiuk: la ópera supo ser popular en su momento. Entonces, queremos rescatar ese fervor, esa pasión por esa música, que es apasionante, que conmueve: la técnica lírica, el canto sin amplificación, produce vibraciones que emocionan”.

“Siempre sentí que es un aporte genuino y sincero”, dice Luchi. “¿Por qué no se puede darle lugar a esto? ¿Por qué una trava mezzosoprano no podría cantar ‘Carmen’? Mi cuerda debería poder cantar los roles de mezzosoprano, pero todavía hay mucho prejuicio”.

Por eso, dice, “quizás ‘Ópera Queer’ es otra manera de mirar la ópera, de leer los vínculos de sus personajes. Mi fantasía, una de las pocas que tengo, es que algún día, cuando ‘Ópera Queer’ sea un espectáculo ya muy transitado y quizás no tengamos más ganas de hacerlo, siga siendo una compañía de ópera. Que nos trascienda”.

- Hablaban del crecimiento del espectáculo, de su profesionalización. En términos de artivismo, llegar a ciertos escenarios, mainstream, centrales para la cultura, ¿era parte del plan?

Ferni: Absolutamente, es nuestra disputa también: decidimos cantar no solamente en los lugares de nuestra comunidad. Y nos motivó este contexto actual: si el mensaje era el libre mercado, fue hasta un desafío decir ‘van a ver cómo no hay nada semejante en el mundo comercial a lo que hacemos’. Nos llevó a empoderarnos. No vamos a dejar de ser quienes somos ni de pensar lo que pensamos por aparecer en un teatro comercial, y creo que ese es el camino que está teniendo cada una, La Luchi cantando en compañías de ópera, el Colón, el Teatro Avenida, mi camino en la canción popular, cantando en Cosquín. Ahí también tenemos que estar, merecemos lugar y son lugares donde disputar presencia. Seguramente hay un sistema que hace pink washing, aprovecha la disidencia, y eso es también es dejar que otras personas se beneficien por el trabajo de una. Todo esto podía tener dos resultados, pero tuvimos siempre sala llena, premios… Evidentemente había lugar en el circuito comercial para la ópera queer. Es importante no solamente estar en los sótanos, como estuvimos y estaremos, sino también ocupar una cartelera en el Auditorium, tener nuestra gigantografía abajo de Graciela Borges. Quizás para algunos ese nivel de visibilidad sea algo parecido a una referencia: se puede ser de la forma que una quiera, y ocupar un lugar. Referencias que nosotras no tuvimos. Fue difícil, es difícil, pero se está moviendo el avispero. Fue difícil no porque no hubiera disidencias cantando y bailando folclore, sino porque de repente no había una referencia de una identidad política pública. 

Luchi: Pararnos en estos teatros, decir que la cultura también es trabajo y nosotras somos trabajadoras de la cultura, pararnos ahí y cobrar una entrada es una forma de validar nuestro trabajo. En este contexto tan hostil es un empoderamiento. Es decirle al sistema: ¿ustedes me empujan a esto, el Estado se achica, no nos dan laburo, dicen que no le interesamos al mercado? Bueno, te lleno un teatro, una temporada completa con más de 150 personas por función. Fue algo gratificante. Es una respuesta: nos empujan a lo privado, también estamos en lo privado. ¿Pensaste que íbamos a tener que volver a las trincheras, a los sótanos? Es jugar al juego, no achicarnos, no irnos al mazo, por si el otro tiene 33. Porque no tienen nada.

- Luchi habla del momento que toca atravesar. ¿Cuánto ha cambiado en las audiencias y los escenarios desde que empezó “Ópera Queer” en términos de disidencias y resistencias?

Ferni: Después de abrazar tantas conquistas y derechos, nunca me hubiera imaginado que iba a estar viviendo por elección democrática cierta legitimidad en discursos de odio, cierta controversia en relación a derechos conquistados… Por eso quisimos dar el ejemplo de nuestra propia fortaleza: cuando gana este gobierno es que dijimos ‘basta de ir a la gorra, vayamos a ocupar otros espacios’. Queríamos mostrar que estamos más firmes que nunca: no solo no vamos a tener miedo, ocupamos la vitrina. Cuando más adversidad hay, más que mostrar nuestra fortaleza: es una batalla que estamos dispuestas a dar. Una puede aceptar que discursos que teníamos, que legitimaban a las disidencias, a las mujeres, perdió una elección frente a otro discurso que fue más viral. Tenemos que tomar conciencia para cambiar esta realidad, pero nunca abandonar el partido. Nunca abandonar nuestras causas. Después, obviamente puede haber miedo, nos dicen ‘cuídense, están expuestas’. Yo creo que es casi una obligación, por el lugar que tenemos con otres artistes, hacer lo que hacemos y comunicar nuestro mensaje, que es un mensaje de amor, de respeto, de empatía, de apoyo a la diversidad, con contundencia. Entonces, a los comentarios de Instagram se los ignora: la realidad no pasa por las redes sociales, la realidad pasa cuando salimos a la calle. Es un espectáculo de ternura, y por ende de resistencia: la resistencia es la ternura.

Para agendar
Qué: “Ópera Queer”, espectáculo musical de ópera disidente con las hermanas Gyldenfeldt
Dónde: Teatro Metro, 4 entre 51 y 53
Cuándo: Viernes a las 21

 

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