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La Ciudad |fundacional o prefundacional segun la fuente, desde plaza italia crecio con la ciudad

Con el ombú se fue un monumento natural y punto de reunión de generaciones platenses

Guardián de la memoria colectiva, no pudo resistir la fuerza del reciente ciclón

Por CARLOS ALTAVISTA

12 de Febrero de 2017 | 02:02

“Nos encontramos en el ombú de Plaza Italia”. Durante décadas, años, y hasta hace días, el gigante y bellísimo árbol platense fue punto de encuentro inconfundible para parejas, grupos de amigos o de estudiantes. Seguramente, como testigo privilegiado de toda la historia platense, también fue compinche de una o varias primeras citas amorosas. Cobijó siestas, reuniones diurnas y nocturnas de jóvenes, mateadas con o sin facturas pero acompañadas de largas charlas, íntimas, profundas, banales, políticas. Refugio de matrimonios mientras sus niños disfrutaban de una tarde de sol al aire libre. El domingo pasado se lo llevó un ciclón. “Si el ombú hablara”, dijo un vecino mientras observaba el arduo trabajo de convertirlo en troncos de variado tamaño. Nunca lo hará, pero lo vio todo. Algunos dicen que allí estaba desde antes de la fundación. Sin duda alguna, se ha ido un monumento, un patrimonio natural que se extrañará y mucho.

El ombú es emblema en tantos sitios del país y de Sudamérica, que ha inspirado más historias y leyendas que textos científicos.

“Fitolacáceas: familia constituida por plantas herbáceas, arbustivas o de aspecto arbóreo, como el ombú. De hojas simples, generalmente alternas, enteras, glabras (sin pelos), o pubescentes (con pelos finos y suaves). De flores pequeñas, actinomorfas (regulares), hermafroditas (aparato reproductor mixto) o unisexuales...”. Así lo encuadró en un libro el botánico José Santos Biloni. Aunque dos páginas más adelante citó al docente y escritor Félix Coluccio, quien afirmó que las hojas del ombú, de reconocida calidad purgante, se han utilizado mucho para ponerlas en el agua del mate con el fin de ahuyentar a un “pretendiente indeseable” o una “visita fastidiosa”.

Hierba gigante para algunos especialistas y árbol para otros, lo cierto es que el ombú es una especie dioica, es decir, puede ser macho o hembra. El de Plaza Italia era macho, aseguró el ingeniero forestal Alfredo Benassi, basándose en la ausencia de fructificaciones. Alcanzó un porte que lo puso cabeza a cabeza con los “ejemplares destacados”: entre 18 y 20 metros de altura y una base de 10 metros de diámetro.

Ese porte -entre otras características- llevó a una científica platense fallecida hace más de 10 años a afirmar que el ombú de la plaza de 7 y 44 era prefundacional. “Una leyenda con sustento científico” fue la definición para esa teoría. Y es que, como se señaló, el abordaje académico y literario se mezclan en los ombúes y a menudo se enriquecen mutuamente.

Ocurre que la hierba gigante o árbol “produce varios anillos leñosos por año, lo que hace muy difícil calcular la edad de la planta”, explica Santos Biloni.

“Pero tomando en cuenta su estructura y su porte, tranquilamente puede ser prefundacional”, dicen expertos platenses. Añaden que “se trata de una especie espontánea”, de modo que en aquella época, en la llanura sobre la que se dibujó La Plata, ya estaría presente.

Dicen que dicen que Pedro Benoit lo habría contemplado en su diseño. En ese caso, lo que no pudo contemplar fue a las bacterias y hongos que ahuecaron su base hasta volverla blanco fácil de los vientos ciclónicos que sufrió la Región.

Pero del otro lado de la plaza ya crecen un ombú hembra y otro macho. Son pequeños. Pero allí están. Como puede surgir uno nuevo de las yemas que el “caído en combate” tiene en sus raíces (ver gráfico).

de la pampa, no

“Cada comarca en la Tierra / tiene un rasgo prominente / el Brasil, su sol ardiente / minas de plata el Perú / Montevideo su cerro / Buenos Aires, patria hermosa / tiene su pampa grandiosa / la pampa tiene el ombú”, escribió Luis Domínguez, versos que se convirtieron en una página central de la cultura popular. “Sin embargo, el ombú no es especie de la pampa”, subraya Santos Biloni.

“Proviene del centro guaranítico -dice Benassi-. Sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y la mesopotamia Argentina”. “Su centro de dispersión parece ser la región próxima al Iberá, en la provincia de Corrientes”, hilan más fino algunos botánicos.

Ya en esa franja donde academia y leyenda se tocan, no son pocos los que cuentan, incluso en la facultad de Agronomía platense, que la extensión del ombú a casi todo el país y la región nace con Pedro de Mendoza.

Cuando el “adelantado” soltó caballos y vacas dando origen al ganado cimarrón (asilvestrado o salvaje), grupos de animales comenzaron a “bajar por el mapa” hasta llegar a la actual provincia de Buenos Aires.

En sus patas embarradas traían semillas de distintas especies vegetales. Fue así como el ombú, planta subtropical rara para esta zona, donde las heladas eran moneda corriente que incluso mataba a los ejemplares jóvenes, fue colonizando nuevas tierras y adaptándose a ellas de modo tal que terminó siendo “amigo y refugio del gaucho pampeano”.

“En el exterior es cultivado en Perú, en Estados Unidos y en la cuenca del Mediterráneo, en Europa. En Andalucía, donde se lo llama “bella sombra”, se ha adaptado a tal punto que se llegó a creer en su indigenato español”, dicen los expertos, para agregar que “en Africa del Sur fue ensayado como planta forrajera a pesar de su riqueza en oxalato de calcio (compuesto químico que en ciertas plantas forma cristales con forma de agujas) y algunas sustancias drásticas del vegetal”.

Las partes tiernas, como hojas, ramillas, flores y frutos, no sólo se utilizan como purgante para espantar visitas o novios y novias que no cuentan con el visto bueno de la familia, sino que se aplican en “medicina popular”.

También contiene saponinas y potasa, lo mismo que la “madera” de su tronco, “interviniendo” por esta causa en la fabricación de jabón.

Casa de gauchos y no tan gauchos, refugio ideal para el descanso, musa de cientos de poetas criollos, el ombú tiene una página central en la historia platense, la página 7 y 44.

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