En casa y con pequeños créditos, ellas son las más emprendedoras

HECHO EN CASA. LAS MUJERES, AMPLIA MAYORÍA A LA HORA DE INICIAR MICROEMPRENDIMIENTOS, SUELEN TRABAJAR EN EL HOGAR

La inmensa mayoría de los microemprendedores platenses son mujeres. Tienen entre 40 y 50 años. Siete de cada 10 trabajan solas y en sus casas. Los rubros que más desarrollan son la elaboración de alimentos y la venta de ropa. Y sus principales obstáculos, la comercialización y la creación de una identidad (marca) de los productos.

La radiografía es el resultado de un amplio relevamiento que realizó la facultad de Ciencias Económicas de la UNLP entre los emprendedores nucleados en la ONG Barrios del Plata, que reúne a 300 personas que, desde fines de los ‘90, afrontaron el desafío de generar su propio empleo a partir de un microcrédito. La unidad académica hace 5 años que apoya al sector, y ahora efectuó el estudio en cuestión con el objetivo de “afinar” las herramientas de asistencia en base a la realidad cotidiana y las necesidades concretas de los pequeños productores y comerciantes.

La investigación, desarrollada por alumnos y docentes de la facultad de 6 y 48, se basó en 93 encuestas a microemprendedores que se desenvuelven en los 11 centros con que cuenta Barrios del Plata, repartidos en las zonas de Arana, barrio Aeropuerto, El Carmen, Los Hornos, Villa Montoro, Villa Progreso y Villa Elvira.

Cuando pasaron en limpio las planillas, comprobaron que el 95% del total eran mujeres, con una edad promedio de 46 años y una antigüedad media de entre 4 y 8 años en la organización, con una “clara permanencia y estabilidad en la misma”.

¿Actividad desarrollada? En la punta de la pirámide se ubicó la “producción y comercialización de alimentos”, seguida por la “venta de ropa, las reventas en general (artículos de limpieza, de almacén y kiosco, de plantas, calzados y bijouterie) y la venta de artesanías”, entre las principales.

Los problemas para elaborar estrategias de comercialización y para crear una imagen de marca, las limitaciones para cubrir la demanda, la determinación de costos y de precios y las dificultades para ampliar su clientela aparecieron, junto a la necesidad de contar con tecnología informática (internet), como los principales obstáculos a sortear para mantenerse o continuar creciendo.

De hecho, casi todos producen y comercializan los productos en sus propias casas. Son pocos los que lo hacen en ferias, negocios propios o en el barrio, “por lo general todos los días de la semana, inclusive los sábados y domingos, constituyendo actividades que tienen injerencia en la economía local y barrial”.

Los datos son “más que valiosos” para la facultad, para poder generar “nuevas herramientas de ayuda o mejorar las que se vienen implementando hace un lustro”, se indicó.

La secretaria de Extensión de la casa de estudios, Liliana Galán, explicó que a partir de esa información, de las necesidades identificadas, ya trabajamos en el armado de un programa de capacitación que permita a los emprendedores poner en práctica lo aprendido en sus labores diarias, complementar y enriquecer sus capacidades actuales, y aumentar sus fortalezas individuales y colectivas”.

Un dato “muy fuerte” que surge del trabajo de campo es que “los emprendedores, o mejor dicho emprendedoras, tienen interés en progresar y perfeccionarse, ya sea a través de estudios formales o de cursos de capacitación”. “Muchas no han finalizado el colegio pero manifiestan una firme intención de hacerlo”, destacaron en Económicas.

En ese contexto, la coordinadora del programa de Capacitación de la facultad, Carla Maroscia, insistió en que “la creación de una imagen de marca, el desarrollo de estrategias de comercialización y la utilización de la tecnología informática fueron las temáticas más aludidas por los encuestados cuando se los consultó sobre las necesidades de formación”.

MICROCREDITOS PARA SORTEAR EL ASISTENCIALISMO

Siguiendo la metodología Grameen, ideada por Muhammad Yunus, economista de Bangladesh e ideólogo del concepto de microcrédito o Banco de los Pobres, Barrios del Plata nació hacia 1999, cuando los vientos de la gran crisis ya soplaban fuerte sobre la Región.

Fue entonces cuando, con un capital de apenas 2.500 dólares aportados por pequeños comerciantes de Gonnet y City Bell, dueños de campos y donantes particulares, un grupo de platenses preocupado por la situación social decidió confiar a ciegas en que los beneficiarios devolverían los pequeños préstamos y puso en marcha la iniciativa. Hoy lleva otorgados miles de microcréditos solidarios, con un bajísimo indice de morosidad, que ayudaron a mejorar la calidad de vida a más de 10.000 personas.

Básicamente, la fortaleza del microcrédito radica en el entramado social que genera mediante el funcionamiento de centros comunitarios y la creación de pequeños emprendimientos, comentan en la facultad. “Esas iniciativas -resaltó Carla- tienen un impacto significativo en las familias, pues favorecen la salida de un modelo asistencialista y generan un cambio de actitud en los participantes”.

Los 11 centros comunitarios nucleados en Barrios del Plata son los puntos de encuentro, sede de reuniones y actividades. “La forma de organización en grupos o centros, y el requisito de la garantía solidaria fomentan la construcción de capital social, favoreciendo el asociativismo y la confianza mutua”, apunta el estudio.