Los árbitros por ahora sacaron la amarilla

Por EDUARDO TUCCI

Los conocedores del tema aseguran que la sangre todavía no llegó al río, pero las alarmas están encendidas. No estamos frente a un conflicto mayúsculo pero, de acuerdo a lo manifestado por los propios actores, las diferencias pueden crecer hasta alcanzar derivaciones muy graves.

Ocurre que los gremios que representan a los árbitros mantienen discrepancias con las autoridades de la Asociación del Fútbol Argentino sobre temas vitales y, en algún momento de las negociaciones, pusieron en duda el inicio del campeonato si no aparecen las soluciones.

Concretamente, quien ha dejado picando la posibilidad del paro ha sido Federico Beligoy que, en nombre de la Asociación Argentina de Arbitros, puso una señal de alerta muy clara: “Esperemos que no se llegue a la suspensión de la primera fecha del torneo que empieza en febrero”.

Por su parte, Guillermo Marconi, del Sindicato de Arbitros de la República Argentina, reconoció las diferencias pero no fue tan tajante: “No creo que vayamos a un paro, pero hay problemas grandes por resolver”.

Los encontronazos entre los jueces y las autoridades de la Casa mayor del fútbol tienen que ver con dos temas centrales: las paritarias 2015 y los despidos.

Hay otros asuntos que también han provocado cierto grado de tensión en las negociaciones y si bien no alcanzaron estado público fueron reconocidos por lo bajo. Tienen que ver con que en la actualidad hay 30 ex árbitros sin funciones que cobran sueldo -por casi un millón y medio de pesos-, mientras que a los encargados de administrar justicia en la actualidad “les quieren pagar menos”.

Beligoy fue al fondo de la cuestión cuando planteó sus reclamos: El árbitro termina de dirigir a una edad temprana y cuando cortamos la relación laboral con la AFA no contamos con una caja jubilatoria que nos respalde. Nuestra salida tendría que encuadrarse como un despido, ya que después de 15 años pasamos a tener relación de dependencia”.

El mismo árbitro, ahora en funciones gremiales, fue claro a la hora de los planteos: “Pretendemos que los árbitros sean indemnizados. Por ahora estamos trabajando con la Asociación del Fútbol Argentino, pero esperamos que con el camino del diálogo podamos encontrar las soluciones”. Y aclaró “Estamos preocupados aunque vemos que el presidente de la AFA nos escucha...”.

A la hora de los pesos, Marconi explicó: “Les pedimos a los dirigentes del fútbol un 35 por ciento de aumento y nos ofrecieron el 30 en dos cuotas a pagar en enero y en julio... No aceptamos. Nos vamos a bajar nuestras pretensiones en torno al 35 %. El ex árbitro aprovechó la oportunidad para marcar diferencias en la conducción afista, al reconocer que con la presidencia de Grondona las negociaciones eran más fáciles: “Antes lo hablábamos con Julio, con Miguel Silva, y listo. Ahora cada decisión tiene muchas consultas con más gente”.

El titular del SADRA recurrió a un ejemplo reciente para avalar sus reclamos: “No puede ser que haya despidos y no se abone una indemnización. Los árbitros tienen una carrera corta y si se quedan sin jubilación y no son indemnizados se los está dejando en la calle”. Y agregó: “Gustavo Lercher dirigió el otro día River-Estudiantes en Mar de Plata y se rompió los meniscos. Hablamos con la AFA por la cobertura y nos dijeron que desde el 8 de enero le habían dado de baja en la FIP. O sea que lo habían dejado sin trabajo y no le avisaron nada. Eso no puede pasar”.

Así están las cosas hoy por hoy entre los hombres que antes vestían de negro y los dirigentes que manejan la Casa de la calle Viamonte. Beligoy, la voz cantante de los reclamos, repitió hasta el cansancio durante las últimas horas que “tanto Marconi como yo estamos para velar por los árbitros. Sé que han corrido muchos rumores pero aclaro que tenemos diálogo con la AFA. Hay muchas cosas para cambiar”.

El alerta existe aunque nadie se anima a ponerle certeza al paro. Los árbitros dijeron lo suyo y la AFA, por ahora, no se ha referido al tema. Lo que está claro es la necesidad de encarrilar las negociaciones lo más rápido posible para evitar que la crisis le estalle en las manos.