El mal momento del comercio exterior

Los datos sobre el superávit comercial de la Argentina del 2014 generaron profunda alarma tanto en el Gobierno como en los analistas económicos.

Es que el resultado del intercambio comercial fue de sólo 6.686 millones de dólares en el 2014, el más bajo desde el 2001 con una caída del 17% interanual, según los datos del INDEC.

Pero el dato no es el más grave.

Lo peor es que la exportaciones llegaron a 71.935 millones de dólares y cayeron 12% en forma interanual, mientras que las importaciones, con 65.249 millones, registraron una baja de 11% si se efectúa la misma comparación, a pesar de las profundas restricciones al ingreso de productos importados que ahora quedaron en la mira de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

LOS MOTIVOS DE LA CAIDA

La caída en el valor de las exportaciones se explicó por una baja conjunta en las cantidades del 10 por ciento y de los precios del 2%.

En este contexto, el rubro que evidenció la baja más significativa fue Manufacturas de origen industrial (15 por ciento). Brasil fue el mayor comprador de productos argentinos, seguido de China, Estados Unidos, Chile y Venezuela.

El principal socio del Mercosur también fue el país que más le vendió a la Argentina, seguido de China, Estados Unidos, Alemania y Bolivia.

En diciembre último, el saldo del comercio exterior fue de 74 millones de dólares, un 31% menor a los 107 millones registrados en igual mes del 2013.

En el último mes del año las exportaciones sumaron 4.573 millones de dólares, lo cual significó una caída interanual del 13 por ciento. Las importaciones de diciembre último alcanzaron los 4.499 millones de dólares, con una baja interanual que llegó también al 13%.

Las manufacturas de origen agropecuario representaron el 39% de las exportaciones anuales del 2014, seguidas por las manufacturas de origen industrial, con un participación del 34% del total.

Registraron una menor incidencia en las ventas al exterior los productos primarios con una participación del 21% y combustibles y energía con un 6% del total de ventas al exterior.

Entre los principales productos exportados figuraron automóviles, harinas, aceites y pellets de soja, piedras y metales preciosos, petróleo crudo, maíz y productos plásticos.

En importaciones, la compra de bienes intermedios representaron el 29% del total adquirido durante todo el año pasado, seguido por piezas y accesorios para bienes de capital y bienes de capital, con un 19% de participación cada una.

Las importaciones de combustibles representaron el 17%, las de bienes de consumo el 10% y la de vehículos automotores de pasajeros el 6% del total de compras argentinas en el exterior.

COMPETITIVIDAD

A principios de año, desde el Gobierno se aseguraba que se había alcanzado un tipo de cambio “excelentísimo” que iba a permitir traccionar las ventas al mundo y conservar empleos. Incluso, en un comunicado oficial desde el ministerio de Industria se pronosticaba que el país estaba en condiciones de lograr exportaciones por un monto cercano a los 94.000 millones de dólares en el año, muy lejos de los 71.900 millones finales.

Sin embargo, los dos últimos meses del año pasado mostraron la peor cara del comercio exterior: las ventas al mundo sufrieron el mayor desplome desde el año 2009 y quedaron muy lejos de las proyecciones previstas a principios del año pasado.

Uno de los principales problemas que enfrentan los exportadores de todos los rubros es que del colchón cambiario logrado en enero del año pasado, no quedó absolutamente nada.

Peor aun, tras las devaluaciones que sufrieron las monedas de los principales socios comerciales de la Argentina, el tipo de cambio real con este grupo de países actualmente se encuentra en el peor nivel desde la salida de la convertibilidad, lo que se está traduciendo en una fuerte falta de incentivos para colocar la producción fuera del país.

Si a eso se le suma la caída de los precios internacionales, entonces el problema es incluso mayor.

Según algunos especialistas, el problema de competitividad que afecta a la economía es de tal envergadura que hasta los grandes símbolos nacionales que años atrás supieron lograr un lugar en las góndolas del mundo, hoy enfrentan serios problemas de subsistencia.