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Del techo del rating al cielo de Brandsen

Julio Grassi, condujo durante cuatro años Nuevediario, el noticiero más visto de la televisión argentina. Compartió pantalla con estrellas de la TV, pero prefirió volver al pago con su familia

25 de Enero de 2015 | 00:00
JULIO GRASSI
JULIO GRASSI

Por MARCELO ORTALE

“El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen”, expresa un aforismo popular. No es el caso del locutor y periodista Julio Grassi, que se fue por propia voluntad de la pantalla más exitosa que había en la Argentina en las décadas del 80 y 90, cuando condujo el noticiero Nuevediario durante cuatro años con un rating que promediaba el 40 por ciento y un buen día dijo “no va más, me vuelvo a Brandsen”, donde nunca dejó de vivir con su mujer, sus hijos y ahora sus nietos. Y que nunca volvió, ni quiso hacerlo, a ese frágil Olimpo de la fama.

Compartió la pantalla con Silvia Fernández Barrio, entre otras figuras de la locución. El entonces zar de la TV, Alejandro Romay y el productor de Nuevediario, Horacio Larrosa, quisieron que se mudara a la ciudad de Buenos Aires, para evitarle su desgastante viaje cotidiano a Brandsen, pero prefirió quedarse para siempre bajo el cielo de su pago, mirando las estrellas de verdad, esas que nunca dejan de brillar.

Una famosa revista de TV escribió por esos años, a fines de la década del ´80, un artículo titulado “Los número 1 de la TV”. Los siete elegidos que aparecen con sus fotos al pie son Héctor Larrea, Silvio Soldán, Carlín Calvo, Pablo Rago, Susana Giménez, Berugo Carámbula y Julio Grassi. “¿Yo estoy ahí...? No lo puedo creer”, dice este hombre que sigue su carrera de periodista, iniciada hace 44 años, con su programa político cotidiano Punto Clave en una FM de Brandsen.

Con eso, con algún dinero que le llega de un trabajo radial en una localidad cercana, con el producido del portal de internet –InfoBrandsen- que es de su hijo Ariel “y con la jubilación de docente de mi señora, nos arreglamos perfectamente”.

Historia dura y también simpática la de este apaisanado Grassi. Hijo del ferroviario Israel Grassi y de María Antonia Falcone, nació en capital federal de casualidad, cuando sus padres vivían en Lanús. “Mi abuelo César, mi padre, mis tíos, mis hermanos y sobrinos...todos son ferroviarios, todos menos yo son ferroviarios y me encanta ese dato”. A su padre lo destinaron en el cercano pueblo de Altamirano y la familia vino con él. “Le dijeron que era un reemplazo, por unos días y se quedó 21 años. El primario lo hice en la Escuela 4 “José de San Martín”, toda mi crianza fue allá. El secundario lo cursé en la Escuela Media de Brandsen”

En Brandsen conoció, se enamoró y se casó con su actual mujer, Liliana Cupparo, hija de un médico que hizo carrera en La Plata junto a Christmann y Mainetti pero que recaló luego en Brandsen para quedarse. Como hijos tienen a Ariel y Vicky -que les dieron dos nietos Sol y Oriana- y a Daniela y Roxana.

Entre los 16 y 19 años el aún no periodista ni locutor trabajó como administrativo en la fábrica Citroen-Peugeot que estaba en Jeppener. “Había fracasado como estudiante de Medicina...me gustaba tanto la medicina...La primera materia que di fue Anatomía y me saqué 2. La segunda materia que rendí fue Histología y me pusieron 1. Imagínese mi futuro suegro cómo estaba...Así que ahí terminó mi carrera...”

Inició en la capital federal unos cursos de teatro con Marcelo Lavalle, que había sido profesor de Claudio Lebrino y de Ignacio Quirós, entre otros. “Yo de casi todo estudié un poquito, toda mi vida un poquito...Logré hacer unos bolos en TV, en programas muy conocidos en los que actuaban Osvaldo Pacheco y Nelly Beltrán y tuve un papel cortito en otra tira que hacían Rodolfo Bebán y Juan Carlos Dual... A veces pienso que parte de mi vida tiene que ver con la bohemia”, dice este hombre que, entre mate y mate, en su casa ubicada en la polvorienta calle José Hernández de Brandsen, se autocalificó sonriendo como “un bicho raro”.

Dio un salto importante al ingresar a Radio Argentina. Su debut exitoso como movilero “fue cuando cubrí la votación de Alfonsín en Chascomús, en 1983”. Allí fue apadrinado por Horacio Larrosa, que lo fue haciendo crecer. El empresario pasó a Canal 9, en donde al poco tiempo lo apartaban de la pantalla a Daniel Mendoza. Se abría una vacante. Lo llamarían a él.

A ese joven que había venido saltando de trabajo en trabajo, de lugar en lugar, lo estaba esperando la fama.

¿Usted tuvo en su momento cabal conciencia de que fue una de las caras visibles más populares de la TV en el país?

“No, no me di cuenta. Me extrañaba que mucha gente en el tren, cuando viajaba entre Brandsen y Buenos Aires me pidiera autógrafos...O inclusive me los pedían a la salida del canal. Pero íntimamente no lo entendía bien del todo...Yo leía las críticas especializadas, por ejemplo las de la famosa tía Valentina. Ella me adoraba y hablaba de mi estilo sencillo, casi campesino en la TV. Pero al mismo tiempo, yo ganaba un sueldo muy bajo, me pagaron años el sueldo de cronista de calle...”

Usted recibió distinciones de todo tipo en esos años...

“Sí, pero fíjese en esta anécdota que es muy ilustrativa. Una señora con un apellidazo tremendo me entregó una noche en Mau Mau en un acto de la farándula y en nombre de alguna entidad importante una plaqueta que me honraba por mi tarea...Bueno, esa noche perdí el tren a Brandsen, así que una hora y media después de ese acto estaba en una esquina oscura de Alejandro Korn esperando el micro Cañuelas para volver a mi casa”.

Así que usted ganaba poco, ¿cómo es eso si era una figura?

“Tampoco lo entendí nunca. Mi compañera de pantalla en Nuevediario ganaba veinte veces más que yo. Mi sueldo fue de 800 dólares por mes durante esos años en que tuvimos picos de más de 40 de rating...Pero esto no es un ataque a Silvia (Fernández Barrio), ella fue una excelente compañera y a veces me ofrecía darme una diferencia...y yo le preguntaba si estaba loca, si pensaba que le iba a sacar de su sueldo”.

¿Usted gestionó algún aumento?

“Alguna vez sí...pero no sirvo para estas cosas. El responsable de dármelo me decía “hola Julito, cómo está Liliana...y no conocía a mi mujer. –Está bien le decía yo...¿Y tus hijos como están? También están bien, le contestaba. Entonces me decía, en dos o tres días resolvemos lo de tu aumento...Pero no resolvían nada...Yo dejaba pasar, digamos, unos tres meses y volvía a encararlo al jefe ése...Y otra vez arrancaba con “hola Julito, cómo está Liliana...? y seguía el mismo diálogo calcado...Hasta que un día les dije: si no me dan un aumento este fin de mes y no me lo confirman mañana, me voy, me vuelvo a Brandsen”

Y cuando amagó con su retiro, se supone que cambiaron...

“Larrosa, que en realidad me ayudó mucho siempre, me decía Julio no seas tonto, no te vayas. Nunca nadie dejó la pantalla con más de 30 puntos de rating. Alguien me decía, acá te damos pantalla, buscá por algún costado y quedate. Romay también me pidió que me quedara y delante de mí lo retó al administrador responsable: no puede ser que Julio gane 800 dólares. Todo bien, soy famoso le dije yo a Larrosa, pero le tengo que dar de comer a mis hijos. Así que al día siguiente, como nadie me dijo nada, me fui para siempre. No volví más”.

¿Usted se fue sólo por razones salariales?

“A mí me gustó siempre mirar las estrellas en el cielo de Brandsen...Y a veces me pregunto, ¿qué hubiera pasado si me daban ese bendito aumento...? No viviría en Brandsen, capaz que nuestra pareja de 44 años con mi mujer no hubiera seguido, no habría podido vivir estos años con mis hijos, o quizás me hubiera muerto ya de un infarto... “

Entonces tiene conciencia de que estuvo donde estuvo y de que está acá, en su pago, por algo más que dinero...

“Sí, la tengo...Me doy cuenta ahora, cuando miro mi pasado. Mire, ¿sabe quién me reemplazó en la conducción de Nuevediario? Guillermo Andino. Cada vez que habla conmigo me dice “hola Maestro” y alguna vez dijo algo de eso en público. Lía Salgado, que vino a Brandsen hace unos años a hacer experiencia en radio, también me dice Maestro. A veces pienso en lo de Andino, sobre todo, él me dice Maestro y yo gano tres lucas y él gana mucho más que yo. Y me encanta que gane bien, porque lo merece”

¿Cómo ve al oficio periodístico ahora?

“Lo veo muy degradado. Hay mucha corrupción, mucha gente buscando ver quién la financia”

De todos los que recuerda de la TV, ¿de quién quisiera decir algo?

“De José de Zer. Era un gran profesional y un gran tipo. Con él como movilero hicimos más de 43 puntos con aquel asunto de los enanitos verdes en La Plata...Sabe, si él se enteraba que usted necesitaba plata él te preguntaba cuánto querés. ¿Diez mil? Ponía las manos en el bolsillo, sacaba diez mil pesos y te decía: tomá, no me los devuelvas nunca. Y cuándo era él que te pedía, bueno, se la dabas pero también sabías que no te la iba a devolver jamás. Inolvidable”.

¿Usted está feliz en Brandsen?

“Absolutamente feliz, sí, total, total, totalmente feliz...Vivo perfectamente”

¿Qué le enseñaron tantos años de ejercicio del periodismo político?

“Que si no sos algo, no servís. Cuando estaba en Nuevediario los políticos hacían cola para enviarme proyectos legislativos, gacetillas, de todo. Cuando dejé la TV no sólo nadie me llamó nunca más...ni siquiera me atendían alguna llamada que yo les hacía desde la FM en Brandsen. Hay una sola, honorable excepción: el correntino José Romero Feris. El me siguió tratando y hasta me ofreció trabajo”.

Qué proyectos tiene?

“Ninguno”

******************

¿Qué necesita Brandsen? Grassi no demora en responder: “Necesita más asfalto, más calles asfaltadas. Y más plata para mejorar el Hospital, que es municipal y se lleva el 40 por ciento del presupuesto. Este Hospital atiende a gente que viene de Korn, de otros puntos del Conurbano, de todos los accidentes automovilísticos de las rutas cercanas a Brandsen”. ¿Qué hace Grassi cuando no está conduciendo su programa cotidiano de radio? “No hago nada. Tomo mate. Miro televisión hasta la madrugada, para informarme. Hablo solo...sí, soy un bicho raro...” Los diarios de la época hablaron de él: “Inmortalizó un estilo en la TV”, es uno de los títulos. Se hizo una vez una suerte de selección llamada “Los destacados de la TV por décadas”. Allí están Biondi y Olmedo (década del 60); Soldán y Lebrino (década del 70); Julián Weich y Julio Grassi (década del 80). Ahora saluda desde la soleada y polvorienta calle José Hernández. En una o dos horas llegará la noche y las estrellas del cielo de Brandsen tendrán quien las mire.

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