Correr, pasión de multitudes

Reformulación de una disciplina cuyo origen se remonta a 2 millones de años y acaso síntoma de sociedades cada vez más opresivas, más exigentes, el running se convirtió de un tiempo a esta parte en un rito urbano que captura el interés de la ciencia, genera libros dedicados al tema y, lo más importante de todo, atrae cada vez a más fanáticos de aquí y del resto del mundo.

La imagen del corredor solo, marcando una meta cuyo objetivo es superarla como una exigencia autoimpuesta, casi orgullosa, o acaso la postal de una gigantesca masa humana que avanza en acompasada sincronización mientras el sudor abrillanta los gestos de euforia y sacrificio, se volvieron parte del paisaje urbano de las grandes ciudades, epicentro de un fenómeno que multiplica el calendario de eventos para aficionados en sintonía con una movida que promueve la vida sana y la protección del medio ambiente.

Competencias, nuevos libros y plazas y parques invadidas de corredores amateurs y profesionales dan cuenta del fenómeno. Martín De Ambrosio y Alfredo Ves Losada, autores de Por qué corremos, se encargan en su investigación de poner al alcance del lector diversos estudios donde se analizan los estímulos que se activan en el cerebro de los entusiastas maratonistas: qué pasa cuando una persona desafía la resistencia de su cuerpo y qué impulsos guiaron a los mejores corredores de todos los tiempos.

“Correr se transformó para muchos en un mecanismo para atravesar una celda o sortear los accidentes del acelerado y caníbal mundo urbano ultramoderno”, apuntan ambos periodistas en una formulación que presenta al running como un paliativo frente a las exigencias y presiones de las sociedades contemporáneas. “Es un fenómeno mundial que en el caso de la Argentina generó una oferta de carreras de muy diverso tipo, es decir no sólo urbanas, por todas las provincias y todos los fines de semana”, coinciden los autores.

Para De Ambrosio, “muchos ubican a fines de los 70 la explosión del fenómeno a nivel social, porque es el momento en el que la Maratón de Nueva York -la más famosa del mundo- abandona el Central Park (originalmente eran 4 vueltas) y el diseño del circuito se traza sobre 5 barrios. Así, la carrera ya no es un hecho aislado que involucra unos miles de corredores, sino que toda la ciudad la vive desde la calle o los balcones”.

De acuerdo a quienes protagonizan o analizan el tema desde hace tiempo, las personas poco aficionadas a hacer ejercicio no se imaginan hasta qué punto podrían mejorar su salud si saliesen a correr unos minutos al día. Según especialistas, correr es el arma ideal para combatir el sedentarismo y las enfermedades asociadas, que constituyen la cuarta causa de muerte a nivel mundial: hipertensión, obesidad, diabetes, hipercolesterolemia, etc.

El ‘running’ nos hace liberar tensiones acumuladas. Pero no es lo único. “Lo que comienza como algo solitario termina volviéndose algo eminentemente social -dice De Ambrosio-, no sólo en las carreras (que estimulan a todos y hacen que se mejores los tiempos, es decir, que se vaya más rápido porque otros humanos lo hacen a la par) sino a través de los equipos de corredores o running teams, que terminan formando parte de los grupos de pertenencia. Para el corredor principiante o aficionado resulta difícil calibrar las metas personales en función de las fortalezas y debilidades propias. En general, cuando se comienza a correr uno mismo va viendo qué potencialidades naturales tiene. En función a eso y a las experiencias de los demás calibra sus fortalezas y debilidades”.