El Padre Lorenzo celebró sus 25 años como sacerdote

El padre Eduardo Lorenzo celebró el lunes pasado los 25 años de sacerdocio, con una misa que se realizó en la parroquia Inmaculada Concepción, de Gonnet, y fue presidida por el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer.

Lorenzo saludó a los fieles que participaron de la misa y compartió, con emoción, muchas de sus experiencias en estos 25 años como cura. Muchas de ellas las había compartido en una nota que ofreció a EL DIA la semana pasada.

“UNA ELECCION DE CADA DIA”

Ser cura para él es una elección de cada día. “No creo en las seguridades eternas”, dice Eduardo Lorenzo al celebrar las Bodas de Plata con el sacerdocio, y la frase suena rara en boca de alguien que ha vestido la sotana con tanta convicción durante 25 años.

El padre Eduardo, párroco, después de mucho andar, y desde 2007, de la Inmaculada Madre de Dios de Gonnet, no es un sacerdote convencional. Para empezar, terminó un noviazgo de nueve años (con Marilú, una chica de Chivilcoy) por seguir la vocación religiosa.

“El día que nos separamos se nos rompió el corazón a los dos, pero yo ya había decidido entrar al seminario y ella lo entendió”, recuerda y resalta, para alejar cualquier duda: “nada me ha hecho más feliz en la vida que ser cura”.

En los diferentes templos y cárceles en los que ha prestado servicios, su figura nunca fue la del típico sacerdote y es que siempre se ha mostrado como un hombre común, como un vecino que come asados con amigos, juega al fútbol y hace algún viaje cada tanto. Es más, entre sus gustos mundanos figuran andar a caballo en el campo de su hermano y nadar con los delfines en Punta Cana.

Es porteño. Nació hace 54 años en Agüero y Santa Fe, hoy Palermo Viejo. Hijo de un coronel del Ejército, cumplió con el servicio militar en el Parque Pereyra, una experiencia que le pareció espantosa (“¿Qué sentido tiene ese maltrato innecesario de hacernos aplaudir cardos?”, se pregunta).

Fue al Colegio San Francisco de Sales, de la congregación de Don Bosco, y entre la educación cristiana que recibió y las actividades sociales que promovía el club Ciudad de Buenos Aires al que concurrió desde chico se le despertó la inclinación de ayudar al prójimo. Iba, siendo todavía un adolescente, a las villas de Laferrere y Morón, y en los barrios pobres conoció la satisfacción de sentirse útil en medio de las necesidades más extremas.

Ese compromiso con la gente guió sus pasos hacia el seminario mayor San José, en esta ciudad, donde se ordenó el 8 de diciembre de 1989. Desde aquel día lleva adelante una obra que predica el amor por sobre todas las cosas y que no esquiva barro ni dolor, del físico y del espiritual.

EL PAPA FRANCISCO

Convencido de que “si uno no sufre con el que sufre no puede ser cristiano”, destaca la labor que viene desarrollando en ese sentido el Papa Francisco. “Es una bocanada de aire fresco en la Iglesia”, lo define al tiempo que considera que el sumo pontífice “es muy fiel a la doctrina a la vez que renueva la metodología”. La presencia del padre Eduardo dejó una su huella en cada uno de los espacios que ocupó, como la vicaría de Nuestra Señora de la Victoria -54 y 23 -; el colegio Fray Justo Santa María de Oro, de Berisso; la capellanía de la cárcel de Olmos; las parroquias de San Benito - Olmos -, Nuestra Señora de Lourdes -19 y 38 -, y San Benjamín - Los Hornos -. Ahora, además de ser párroco en Gonnet, es capellán general de la Provincia.