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Espectáculos |GUSTAVO VALLEJOS

Más allá de la escena

Actor, director, “dramaturgista” e investigador en antropología teatral platense, “Tati” le rinde homenaje a las mujeres y a las actrices veteranas de la Ciudad con “46xx. Variaciones Hamlet”, el título con el que la Comedia de la Provincia baja el telón de su temporada

27 de Noviembre de 2014 | 00:00

Surgido de la última camada independiente importante entre las décadas del 70 y 80, Gustavo Vallejos tiene 58 años y 37 de trayectoria dentro del universo teatral. Actor, docente, director, “dramaturgista” e investigador en antropología teatral platense, “Tati” asegura que los grupos ya no existen y se inclina más por la cooperativa, una figura que apunta a crecer hacia el horizonte, sin líder a quién seguir, amparado en la absoluta libertad.

Convocado por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires estrenó “46 xx. Variaciones Hamlet”, la obra escrita y dirigida por él, basada en el clásico de William Shakespeare, y que tendrá sus últimas funciones mañana y el sábado a las 21, y el domingo a las 20 en la Sala Armando Discépolo, 12 entre 62 y 63.

Protagonizada por María Laura Belmonte, Cora Ceppi, Graciela Martínez Christian, Ana María Haramboure y María Oneto, además de las notables actuaciones de Ricardo Mono Ibarlín y Pablo de la Fuente, la propuesta de Vallejos se presenta como un homenaje a las mujeres, a las actrices veteranas que nutren su elenco y a los emergentes, esas personas que desde abajo gritan por hacerse escuchar, en apariencia invisibles pero tan necesarias para hacer la vida andar.

En diálogo con EL DIA, Tati Vallejos se refirió a su propuesta, a su forma de hacer y ver el teatro y a los planes futuros con este elenco con el que, asegura, volverá a trabajar.

-¿Qué es 46xx. Variaciones Hamlet?

- 46 xx es el cromosoma femenino y me pareció que estaba bueno, por un lado, hacerle un homenaje a las mujeres y, por el otro, también a las actrices más viejas de La Plata, que son con las que trabajo. Esta variación del clásico shakespereano marca un quiebre en la producción de la Comedia de la Provincia con la producción de un lugar diferente que no es de investigación sino de experimentación, un espacio para el que se necesitan muchos más tiempos, porque los convencionales no alcanzan.

“Todo lo que pasa es atípico, desde la entrada del público a la sala, hasta lo que sucede en el escenario. Ni mejor, ni peor, sino fuera de lo común...”

-¿Cuánto tiempo llevó el proceso?

- Justo un parto, nueve meses, un trabajo muy importante que, además, hay que aclarar que se hizo con la buena voluntad de todos, empezando por Eduardo Scarsella, el director artístico de la Comedia, pero también de los actores y yo mismo. Y digo la buena voluntad porque trabajamos muy particularmente, con encuentros de cinco horas tres veces a la semana. Antes de encarar el proyecto yo expliqué cómo iba a ser el trabajo, para que evaluáramos una cosa que en otros términos era bastante complejo de hacer, pero como es gente de mucho laburo y con ganas de seguir trabajando, entusiasta, se pudo concretar sin dificultades.

-¿Cuál es la variación que proponés?

- Es una mirada de Hamlet absolutamente diversa porque esto lo cuentan las cocineras del palacio. A veces se usa la palabra aggiornar y no me parece bien porque los cambios son cambios, no se aggiornan. A veces son excelentes y otras veces son transiciones espantosas. A mí me pareció que era interesante, más allá de homenajear a las mujeres, hablar de los que estamos siempre abajo, como metáfora. A tal punto que el público se va fascinado, pero no en el sentido ególatra de los que hacen teatro, sino que llegan a un lugar en donde creen que van a ver una obra ortodoxa, pero ya se sorprenden de entrada, porque rompemos todos los espacios.

-¿Cómo es la puesta?

-Todo lo que pasa es atípico, desde la entrada del público a la sala hasta lo que sucede en el escenario. Ni mejor, ni peor, sino fuera de lo común. El lenguaje me llevó mucho tiempo armarlo porque lo trabajé basado en una tarea que acá en Argentina no se utiliza mucho y que es la de dramaturgista, diferente del dramaturgo. El dramaturgista es el que generalmente toma un texto que ya existe y lo rehace según diferentes perspectivas como los tiempos, que fue esta propuesta, o su manera de ver esa situación, entre otras posibilidades. Es una tarea que a mí me encanta hacer, de ponerle los ojos del hombre -hombre en el sentido antropológico- de estos tiempos.

-¿Creés que los clásicos son una fuente inagotable?

-Estoy totalmente convencido de eso porque los clásicos, en realidad, persiguen al hombre, es decir, a medida que van pasando los años, y los tiempos, y los siglos, no pierden vigencia, tocan puntos que son inherentes al hombre. El ser humano siempre está rodeado de pasiones, emociones, y es poco ecuánime, generalmente. Y Shakespeare, además, tiene una cosa que no se encuentra en otros grandes autores y que es la permanente acción activa del hoy. Eso es maravilloso. Shakespeare es muy popular, aunque crean que no y aunque lo hayan hecho sacralizar en situaciones estéticas, sobre todo, pero era re contra popular. Y nosotros tomamos esa faceta.

-¿Cómo fue el proceso creativo?

-Es un laburo que vengo haciendo desde hace cuatro años, es medio como el cine, lleva mucho tiempo, tenés que estudiar mucho pero es algo que me encanta, por eso no me cuesta. Lo hacía con mucho placer, algunas cosas probaba en casa solo con Pampa (González, su compañera de vida y profesión) e iba modificando un poco el texto. Pero yo sabía que en algún momento cuando se hiciese iba a ocurrir una explosión. Este proyecto tuvo dos intentonas pero no se dio. Y ahora, cuando Eduardo me llamó para dirigir algo, le dije que no quería hacer otra cosa más que esta.

-Y surgió solo…

-Sí, creo que antes no era su momento. Y después el texto se parió a sí mismo. Yo trabajé los primeros cuatro meses con las mujeres solas, y los varones se integraron después, a sabiendas de que iba a ser así. Todas ellas, menos María Laura, no habían trabajado nunca conmigo, y fue complejo al principio porque yo tengo ese método del fútbol que no es para nada convencional.

-¿Cómo es el método del fútbol?

-Es un método que tiene que ver con mis investigaciones sobre antropología teatral. Y cuando me separo de mis dos grandes maestros, Renzo Casali y Eduardo Barba, empiezo a trabajar con mi experiencia y necesito bucear en lo que más creía yo. Entonces, como soy futbolero, pensaba cómo puede ser que un futbolista malo rinda y a un actor que dicen que es malo no le den una oportunidad. Entonces de ahí surgió este método que es muy simple: Reconocer que el cuerpo del actor se ubica en lo que es el teatro, que es el espacio, porque hay mucha gente, todavía hoy, que cree que el teatro es la obra escrita, la representación de los actores -espantosa palabra-, y el público en un lado determinado y ya.

-Una convención...

- Claro. Y nosotros consideramos que debe salirse de la convención para generar una fiesta, celebrar la vida, un hecho concreto, que es lo que pasa con la gente en “46 xx...”. Entonces les conté a las señoras de qué se trataba y que era un acto de fe, porque si no lo consideraban así mejor no hacerlo, y fue muy cómico, simpático y dolido de a ratos porque todas se quebraron. Yo, por supuesto, más allá del trabajo, voy anotando cosas que me sirven para mi investigación. Si bien no son ancianas, son cuerpos de mujeres mayores, lo que significa que vienen de una escuela estática. Al tomar un sentido propio el cuerpo, es decir, como un instrumento por fuera y por dentro, hay que empezar a trabajar para que ese cuerpo se vitalice y se mueva en el espacio con tranquilidad. Los primeros tiempos ellas esperaban que yo diga cosas y yo no les decía nada, solo les mostraba dibujitos, y les decía “este espacio es tuyo, hacé lo que quieras”.

-Libertad total.

-Absolutamente. Una vez, en un receso, una de las actrices, con mucha ternura, se me acerca y me dice “Tati, no nos des tanta libertad, no estamos acostumbradas”. Y yo paré el ensayo, nos reunimos, tomamos mate, y les dije que no podía ser que ninguneemos a la libertad. El arte es un acto de libertad, no digo que lo que me dicen está mal, pero no debería ser así, nunca es tarde para aprenderlo. La verdad es que fue un día muy bueno porque cambió el laburo, no en su forma sino en su contenido. “Para estar en equilibrio con el entorno es indispensable poder estar en paz con uno mismo, regalarse un tiempo para poder encontrarse con su yo interior...”

-O sea que fue una experiencia muy enriquecedora…

-Sí, totalmente, para todos. De hecho, con las viejas tenemos la ilusión de generar una cooperativa teatral. Yo vengo de los grupos independientes, de la última camada importante, entre el 70 y el 80, yo me formé así. Y ya hace rato que vengo sintiendo que hay una transición en el arte del teatro. Cuando el otro día charlábamos la posibilidad de seguir trabajando juntos, una dijo “¡Qué lindo, volver a ser grupo!” y a mí me hizo ruido. No entendía qué era lo que me había molestado hasta que me di cuenta que los grupos ya no existen. Me parece que cooperarnos a nosotros mismos es mucho más interesante que agruparnos. Un grupo, sin querer, necesita un líder, y yo no quiero ser más líder de nadie ni nada, porque lo fui durante 18 años. Creo que la vida, y no sólo dentro del teatro, se trata de horizontalizar.

Director durante casi dos décadas de la compañía “Devenir”, Gustavo Vallejos asegura que para estar en equilibrio con el entorno es indispensable poder estar en paz con uno mismo, regalarse un tiempo para poder encontrarse con su yo interior. Y para lograrlo, y aplicarlo en todos los órdenes de su vida, más allá de la escena, tiene una fórmula sencilla y exitosa: “Durante una hora un minuto, durante un día una hora, durante una semana un día, y durante un mes, una semana” . ¿La probamos?

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