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Policiales |EL GOLPE “IMPERFECTO”

Buscan el millonario botín de La Loma

En la casa del chofer no encontraron más que teléfonos, dos computadoras y 6 gramos de marihuana que eran del hermano

27 de Noviembre de 2014 | 00:00

Nunca se supo qué fue lo que hizo Mario César Fendrich con los más de 3 millones de pesos (o, por entonces, dólares) que hace 20 años se llevó del Banco Nación de Santa Fe en el que era subtesorero. También es hambriento el imaginario popular con la suerte que corrieron los 298 millones de pesetas que Dionisio Rodríguez Martín -más conocido como el “Dioni”- robó de un furgón blindado de la empresa de la que era jefe de seguridad, en España (aunque sea evidente que con buena parte de los billetes se dio la gran vida en Brasil).

Se supone que quienes cometen un golpe de película -sobre todo los empleados infieles- planifican su ejecución casi tanto como el destino que le darán a la plata, porque en eso se les va la libertad.

Al chofer del blindado de Prosegur que fue desvalijado hace poco más de tres meses no lo detuvieron por un error en la mecánica del hecho, ni por desprolijo a la hora de gastar el dinero. Cayó, dicen los investigadores, por sus “contradicciones, actitudes y unas escuchas telefónicas” en las que los allegados le reprochaban “que hubiera hecho lo que hizo”.

Lo que hizo, según la causa, es haber complotado con al menos dos delincuentes para llevarse casi 5 millones de pesos en efectivo, otros 312 mil en valores y 73.000 dólares que nadie sabe dónde están.

A la pregunta de ¿qué hicieron con la plata?, un jefe policial arriesgó: “La deben estar aguantando”

Lo concreto es que por ahora el único detenido del caso es Alejandro Daniel Peterlana (37), tal como se anticipó en la edición de ayer.

Esta historia empezó cerca de las 5 de la tarde del 14 de agosto, cuando dos hombres se acercaron al blindado amarillo estacionado en la sucursal San Cayetano del banco Santander Río, en 44 entre 26 y 27, con Peterlana al volante. Los dos custodios estaban abajo.

Más tarde el chofer declaró que aquellos sujetos lo habían amenazado con escopetas para obligarlo a abrirles la puerta, darle arranque al camión Ford Cargo; conducir por 44 hasta 26, de ahí a 46 y por ésta hasta 28, donde le ordenaron estacionar. Que lograron abrir el tesoro, sacar 11 sacas y meterlas en un auto Peugeot 206 gris en el que fueron hasta 43 entre 30 y 31, sitio en el que pasaron el botín a un coche similar (aunque negro, con una calco del Indio Solari y vidrios polarizados). En éste se llevaron la plata y las armas con las que engrosaron el botín: una escopeta calibre 12/70 y una pistola 9 milímetros. Y desaparecieron.

Peterlana quedó en el blindado, en 46 y 28, desde donde avisó a Prosegur por la radio. No tenía ni un rasguño, pero igual lo llevaron al hospital Italiano por “una crisis de nervios”, dijeron los policías entonces.

“Pero no nos cierra nada”, reveló a los pocos días un jefe policial, anticipando el rumbo que iba tomando la causa a medida que pasaban las horas y revisaban la hechura del golpe con la declaraciones de los otros dos custodios y las imágenes de las cámaras de seguridad que registraron la secuencia.

(Se sabe: la realidad se volvió reality, con delitos que se hacen y se aclaran por los “ojos” tecnológicos con los que convivimos).

Y resultó que las cámaras contradecían a Peterlana.

DICHOS Y HECHOS

“Los videos de seguridad aportados por las entidades bancarias y los del Mopu mostraron que los dichos del chofer no se condecían en lo más mínimo con las imágenes reflejadas por las cámaras”, aseguró un jefe policial, ya que no se veían armas largas ni de puño apuntando a la ventanilla de Peterlana, sino a dos hombres acercándose a la puerta lateral del camión, que se abrió tras una “simple seña y un golpe con la mano”.

Esto convenció a los detectives de la DDI y a la fiscal Betina Lacki de avanzar por este camino, escuchando las declaraciones de todos los integrantes de la dotación del blindado y a los supervisores de la empresa Prosegur.

Los primeros no ocultaron su desconfianza hacia el chofer, sobre todo después de recordar una “serie de conductas previas al robo”, de las que se percataron una vez que pasó todo. “Detalles... actitudes raras”, confió un pesquisa.

¿Era descabellado suponer que Peterlana abrió la puerta por miedo e inventó lo de las armas por vergüenza? “Ni siquiera con armas largas podían vulnerar el blindaje de la unidad y el chofer lo sabía”, deslizaron, echando por tierra la posibilidad del “ataque de pánico”.

Pero ante la duda los detectives hicieron junto a los supervisores de la empresa una suerte de recreación del abordaje, quedando claro que “la puerta que separa la cabina del chofer con el sector donde se ubica la custodia estaba abierta, cuando por protocolo debía permanecer cerrada”. Peterlana tampoco pudo explicar cómo accionó la alarma con el caño de una escopeta apoyada en su cabeza.

¿Y si todo fue una azarosa combinación de malos entendidos?

Difícil, aunque posible.

Así las cosas, se dispuso intervenir la línea telefónica del chofer.

“VAS A IR PRESO”

De la transcripción de esas escuchas surgieron “una serie de recriminaciones que le realizaron personas de su entorno, quedando prácticamente expuesto como partícipe de una asociación ilícita que planificó y ejecutó un supuesto golpe armado, que no fue tal, para apoderarse de una fuerte suma de dinero”, aseguraron los investigadores en un reporte oficial.

En una de esas escuchas aparece un allegado a Peterlana reprochándole “no puedo creer que hayas caído tan bajo”, además de pronosticarle: “Vas a ir preso”.

Con todas estas evidencias incorporadas a la causa la fiscal pidió al juez Guillermo Atencio la detención del chofer por “hurto calificado” (porque no hubo violencia en las cosas o personas), aunque también le imputan asociación ilícita y encubrimiento, lo que podría elevar la pena del primer delito (prevista en uno a seis años de prisión).

El martes a la tarde los hombres de la DDI, con el apoyo de los de la comisaría Cuarta, registraron la casa de 520 entre 158 y 159 en la que Peterlana vivía hasta ese día junto a su hermano. No encontraron plata, valores ni las armas robadas, aunque se llevaron cuatro teléfonos celulares, una computadora de escritorio y una notebook que serán analizadas a fondo.

Es que de las escuchas no surge ningún contacto entre el chofer y sus presuntos cómplices, que sí podrían aparecer en el entrecruzamiento con las otras líneas.

Peterlana fue detenido y alojado provisoriamente en la comisaría Octava, aunque no sólo él terminó en una dependencia policial: a su hermano lo demoraron porque en el cuarto encontraron 6 gramos de marihuana.

El hermano salió rápido. Daniel Peterlana, claro, no.

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