El escandaloso Pier Paolo Pasolini

A casi 40 años de su asesinato, el 2 de noviembre de 1975, no es el macabro aniversario lo que mueve al cine a revisitar una vez más a Pier Paolo Pasolini, sino su presencia cada vez más grande en el horizonte cinematográfico y artístico de Italia: y como parte de este redescubrimiento, el enésimo desde el ‘75, es que Abel Ferrara, el provocador director de “Un maldito policía”, filmó “Pasolini”, con Willem Dafoe en la piel del cineasta, que abrió ayer la 29ª edición del Festival de Mar del Plata, que cumple 60 años desde su creación en 1954 y se extenderá hasta el próximo domingo.

El director italiano, también poeta y ensayista vivió una vida y produjo un arte escandalosos y polémicos: “Escandalizar es un derecho y ser escandalizado es un placer”.

Y producto de esta decisión conciente de escandalizar, que llegó a su pico con “Saló”, un extremo compendio de horrores sexuales que operaba como metáfora política y tratado filosófico, es que durante años se enfatizó su militancia política y de género y se dejó de lado su legado artístico, uno de los pocos en conseguir fundir la vanguardia estética con el compromiso social.

UNA MUERTE POLEMICA

Y mucho tuvo que ver en este enfoque cesgado que se ha hecho de la obra de Pasolini su muerte, en aquel 2 de noviembre hace 39 años.

El artista nacido en Boloña apareció muerto en una playa cercana a Roma. Pier Paolo yacía boca abajo, con un brazo bajo el cuerpo y el otro ensangrentado, los cabellos llenos de sangre, la cara deformada, desgarrado el cuello, heridos los hombros y la espalda, desgarrado el hígado y roto el corazón.

Las evidencias de aquellos días apuntaban a un crimen pasional y Giusseppe Pelosi, un joven que vendía su cuerpo por dinero, se entregaba horas más tarde y se hacía cargo del asesinato.

Y mientras la decorosa sociedad murmuraba condenas morales para Pasolini, amante de la sexualidad nómade, de los paseos nocturnos sin rumbos claros por lugares que provocaban sobresaltos en la decencia, un buscador que le ponía el cuerpo a su exploración, dos izquierdas se disputaban el cadáver.

PASOLINI, MARTIR

Por un lado, desde el comunismo, el partido con el cual se había identificado el artista hasta 1968, anunciaron que se trataba de un crimen político. El estado del cuerpo no podía ser obra de una sola persona, un joven, pensó la periodista Oriana Fallaci, que escarbó hasta dar con un testigo que dijo haber visto a varios hombres golpeando al director.

En efecto, Pier Paolo había denunciado recientemente, como toda su vida, los oscuros poderes que desde las sombras manejan el mundo: banqueros, petroleros, la CIA, la Iglesia y todo tipo de organismos que limitan y someten al hombre, según el director que acababa de terminar de rodar “Saló” y preparaba “Petróleo”, una denuncia contra el sector. “Tú no sabes quién en este momento está pensando en matarte. Todos saben que mis experiencias las pago con mi persona”, dijo en una entrevista horas antes de su muerte.

Silenciosamente, sin embargo, creció otra hipótesis que todavía hoy se mantiene marginal: el crimen, para las agrupaciones sexo-políticas, había sido por odio sexual. En efecto, miles de homosexuales morían asesinados en circunstancias parecidas a ésa: con saña e ilimitada crueldad sobre el cuerpo.

Pero el caso se cerró y el acusado, Pelosi, fue preso luego de su confesión. Recién en 2005 dijo que se había hecho cargo del crimen amenazado de muerte y entonces, varios organismos pidieron que el caso fuera reabierto.

Pero para los jueces no hay pruebas suficientes para volver a investigar. Mientras tanto, el escandaloso Pier Paolo Pasolini se convierte en el imaginario italiana cada día más un mártir político, un ícono. Un lugar merecido, aunque seguramente a él no le hubiera gustado estar en el museo del arte.