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River se llevó demasiado. Como genuino millonario, tiene de todo. También, buena suerte. El mejor equipo del país no pudo lucirse en La Plata. Allí estuvo el mérito Pincha
Por MartIn Mendinueta OPINION
E l trance de sueño a pesadilla fue tan drástico y repentino que dejó shockeado a todo Estudiantes. Perduran todavía los ecos del impacto y de la desazón. Después de una primera parte que rozó el ideal, haber terminado así, derrotado y malherido anímicamente, pareció más una obra del destino hecha con saña, que una consecuencia lógica de su propio rendimiento. Ganó el favorito, pero en su fuero interno sabe que se llevó más de lo que mereció.
River, el mejor equipo argentino de la actualidad, el que acumula la impresionante marca de 29 partidos (entre torneos locales y copas) invicto, no pudo lucirse en su paso por la Ciudad. Padeció, entero, el capítulo inicial. En dicho lapso se vio impedido de jugar. Su fino estilo, objeto del deseo de muchos, casi no salió a escena. La sangre hirviendo, los músculos tensos y el ambiente denso, típicos ingredientes coperos, abortaron, en esa etapa, cualquier brote elegante.
Mucho influyó el semblante bravo del anfitrión. La concentración, el ímpetu, la solidaridad y la intensidad colectiva de Estudiantes les impidieron a las figuras del momento sentirse cómodas. Ese esfuerzo se transformó en su principal mérito y el “León” obtuvo justa recompensa. Diego Vera, abanderado del generoso despliegue físico, protagonizó la síntesis perfecta de la estrategia pergeñada por Mauricio Pellegrino: presión extrema, asfixia sobre la tenencia del rival, robo del balón, salida rápida y terminación de la jugada. Todo eso, de manera impecable, realizó el delantero uruguayo en la jugada que terminó con el único alarido de la noche.
EL HECHIZO SE ROMPIO
De tan diferente, el segundo tiempo pareció otro partido. River se puso el frac y Estudiantes, sintiendo el cansancio, advirtió que ya nada era como antes del descanso. El empate tuvo el sello inconfundible del ciclo que tutela Marcelo Gallardo. La precisa combinación que concluyó con el letal cabezazo de Rodrigo Mora, rompió el hechizo que venían disfrutando los locales. Y el otro gol, concebido en el tramo final gracias a la imprescindible ayuda de la buena suerte, instaló la sensación de que sólo un milagro futbolero podría rescatar a Estudiantes del oscuro laberinto en que se ha metido.
Pellegrino vuelve a estar en boca de los hinchas. Fue él quien decidió la formación, el dibujo táctico y la estrategia de aquel primer tiempo tan elogiado. Sería injusto no remarcarlo. El DT, también, volvió a demorar el ingreso de Ezequiel Cerutti, carta de desequilibrio a la que recurre siempre y, sin embargo, elige no poner de titular. El, además, puso en cancha a Leandro Benítez, que todos saben lo que hoy puede dar, cuando podría haber apostado por la frescura del joven Matías Orihuela, de buen rendimiento en el triunfo ante Quilmes.
El empate estuvo cerca de llegar en el cabezazo de Guido Carrillo que Barovero controló, con esfuerzo, en dos tiempos. El dos a dos hubiera acercado una brisa de justicia, pero no ocurrió. El “Millonario” se llevó todo. Se llevó mucho; el triunfo, una perla más para el exclusivo collar de invicto, la autoestima más alta que el dólar y un vigoroso optimismo para escriturar el pase a semifinales en su casa de Núñez.
¿Y Estudiantes? ¿Nada? Sí, algo le quedó. La tranquilidad de conciencia por la eficaz ejecución (en los primeros cuarenta y cinco minutos) del plan que ideó para semejante prueba. El muy buen partido de Vera. La positiva búsqueda, tan criteriosa como constante, de Carrillo. La tarea inicial de Joaquín Correa. El aporte, con impresionante rigor físico, de Carlos Auzqui. Los desbordes de Cerutti... Además, le quedó la certeza de que River tiene más jerarquía, y contra eso es muy difícil luchar.
Pellegrino declaró en la previa: “Va a ser difícil, River está muy bien, pero nosotros somos Estudiantes de La Plata, y con eso digo todo”. El Estudiantes de estirpe copera aguantó sólo un tiempo. Después, aparecieron los errores y las carencias que vienen dejando marcas en su actualidad.
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