Auxilio a los evacuados, la primera respuesta que deben dar el Estado y la sociedad

La dramática situación que se vive en numerosos distritos de la Provincia por el temporal y las inundaciones, con más de mil evacuados en 17 municipios, exige por lo pronto de las autoridades una rápida respuesta y, al mismo tiempo, compromete a la sociedad a mostrarse solidaria con las necesidades que enfrentan tantos habitantes afectados por la grave emergencia.

Se conoce que la cantidad de agua caída en las jornadas anteriores fue récord y que superó a la media de todo el mes. Las situaciones más complicadas se vivieron en las ciudades de Bragado, en el noroeste de la Provincia, donde las autoridades le dieron características de tornado al fenómeno, y en Luján, donde hubo más de 150 evacuados. El fenómeno climático, que tuvo una fuerte incidencia en nuestra zona, afectó más seriamente a los distritos de Quilmes, Mercedes, Bragado, Moreno, Luján, Avellaneda, Marcos Paz, Lomas de Zamora, Berazategui, La Matanza, Pringles y Pergamino.

Tal como se informó en este diario, en Bragado se produjo un pequeño tornado con ráfagas superiores a los 120 kilómetros, que dejó el saldo de 70 casas con voladura de techo y la destrucción del Mercado Central de esa ciudad. A su vez, de acuerdo a los reportes municipales, en Marcos Paz hubo 500 evacuados, 450 en Pringles, 150 en Luján, 100 en Bragado, 25 en Quilmes y 20 en Ensenada.

Está claro que, así como nuestra ciudad recibió el año pasado la ayuda solidaria del resto del país, es de esperar que ahora –tal como ha ocurrido en tantas ocasiones- los platenses hagan llegar sus aportes a los compatriotas que viven momentos críticos. Se hace evidente que, además de asistir a las familias evacuadas en estas horas, se debería ir previendo también lo que ocurrirá con ellas cuando el desastre natural comience a quedar superado. Se conoce que estas emergencias tienen dos etapas extremadamente críticas: una cuando los damnificados deben ser evacuados y la otra cuando regresan a sus hogares y se enfrentan a la desolación y a las carencias del día después.

Allí es donde, por caso, hará falta en forma imperiosa el envío de ropa de abrigo, alimentos, medicamentos, frazadas y colchones, entre otros elementos. La asistencia oficial debe complementarse, desde luego, con la solidaridad social. Nuestro país -y en esto La Plata resulta característica- tiene, en este sentido, antecedentes esperanzadores. Cada vez que alguna zona de su territorio ha debido enfrentar catástrofes naturales, los afectados han encontrado una fuerte y rápida respuesta solidaria. Seguramente, no será ésta la excepción.

Sólo es necesario, entonces, que sobre esa base sustantiva consistente en la generosidad enorme de la gente, en la especial sensibilidad que existe para acudir con presteza a favor de compatriotas sometidos al flagelo de cualquier calamidad, el Estado vuelva eficientes y coordine la actividad de las estructuras existentes, para racionalizar la ayuda, garantizar el transporte del apoyo y asegurar la más rápida entrega de esas remesas a quienes sufren situaciones verdaderamente dramáticas.