Sínodo: entre divisiones y pasos adelante

El Sínodo de la familia que se clausuró ayer con una misa del papa Francisco mostró divisiones entre los obispos pero, por primera vez y como había deseado el pontífice, hubo total libertad y sobre todo coincidieron en que la Iglesia tiene las “puertas abiertas” a todos sin distinciones.

Aunque hoy resuenan los ecos de las divisiones respecto a homosexuales y divorciados, el documento final del Sínodo recibió el 90% de la aprobación en su conjunto e inauguró un camino de reflexión hacia el próximo Sínodo de octubre de 2015.

Además, nunca se había gritado con tanta fuerza y al unísono uno de los mensajes que repite siempre Francisco en sus discursos, el de que “la Iglesia católica debe tener siempre la puerta abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie”, como se lee en el mensaje de clausura aprobado por la mayoría de los 191 obispos con derecho a voto y con sólo 16 votos en contra o abstenciones.

LIBERTAD PARA EL DEBATE

El Papa había invitado a los participantes de ese Sínodo, calificado casi de “mini Concilio”, a expresarse con total libertad. Eso produjo en días pasados duros y enérgicos debates, considerados positivos para el pontífice. Francisco, al cerrar el Sínodo, se mostró muy satisfecho por las “animadas discusiones”, y aseguró que se habría quedado “muy preocupado y triste” si todos hubieran estado de acuerdo o hubiese reinado una falsa y tranquila paz.

Otra pequeña revolución del Papa fue la de querer que se publicase de inmediato el documento final y sobre todo los resultados de las votaciones de cada punto del texto. De esta manera, en una operación de transparencia total que nunca se había realizado en el Vaticano, se vio que tres de los puntos del documento no obtuvieron los dos tercios, pero sí una mayoría para ser aprobados. Entre estos puntos que cosecharon mayor resistencia de los obispos, está el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos de la comunión y el matrimonio; y el que indica que los homosexuales -hombres y mujeres- “deben ser recibidos con respeto y delicadeza” y evitando cualquier discriminación.

Para algunos expertos, este Sínodo evidenció la división que hay en la Iglesia, donde el sector conservador se resiste a una apertura plena hacia gays y divorciados. Otros, en cambio, valoran que gracias a la insistencia de Francisco, temas que desde siempre estuvieron al margen del mundo católico entraron en la agenda de la Iglesia.