Jóvenes y solas: muchas “tiran la toalla” y sólo buscan pasarla bien

“Decime nena, ¿vos seguís sola? Mirá que te va a pasar el tren, eh... Apurate y agarrá algo, ¿o te querés quedar a vestir santos?”. Para algunas el estigma que todavía pesa sobre las solteras figura entre los obstáculos más difíciles de sobrellevar, mientras que otras se ríen de los prejuicios y se refugian en las generaciones más jóvenes con una visión más moderna que ya no condena: pasar los 30 sin pareja se volvió de lo más habitual. Elección, aceptación, resignación o una lucha incesante.

Aunque la palabra solterona quedó en desuso, y disminuyeron los casamientos al tiempo que aumentaron los divorcios, el mandato sigue vigente: unirse en pareja parecería continuar entre los “requisitos” para alcanzar una vida plena. Por eso, para plantarse sola muchas veces es necesario aprender a convivir con miradas acusatorias y muecas lastimosas; con un escrutinio silencioso que intenta encontrar las posibles “causas” de la soltería.

Pero pese a las recomendaciones sociales para “alcanzar la felicidad”, algunas rezagadas totalmente desencantadas del “panorama” de hombres que encuentran a su alrededor deciden “tirar la toalla” y se proclaman orgullosamente solas; mientras que otras, que también lo están, desean cambiar su situación y se quejan de que “no hay hombres” para formalizar.

Existe tanta variedad de solteras como de personas. Algunas padecen su situación, otras la aceptan módicamente, y por supuesto que también están las que le sacan todo su provecho

Alaya Zabre Ferezi (32) es licenciada en Comunicación Social y trabaja en un jardín de infantes. Dice que con la vida que lleva le quedaría muy poco tiempo para dedicarle a una pareja, pero que si apareciera “algo interesante” estaría dispuesta a reorganizarse. Piensa que la causa de “tantas” mujeres sin pareja se centra en la falta de compromiso por parte de los hombres. Asegura que no quieren pasar de los encuentros esporádicos a algo más “formal”. “A veces te estás viendo con alguien y como viene todo bien te animás a proponerle algo distinto como ir a tomar un helado. Eso basta para que huyan despavoridos”, se ríe Alaya.

Para Daina(30), en cambio, el principal problema son las características de los solteros que encuentra: “Abundan los histéricos: caritas, miradas, pero no avanzan. Muchos son metro-sexuales y se afeitan el pecho y los brazos. Y también están los que se espantan si ganás igual o más que ellos o tenés un cargo mayor”. Sus dos amigas, que la acompañan en el bar con una cerveza, se ríen y acuerdan.

SOLTERAS EN INTERNET

Con las redes sociales se facilitaron los medios para encontrarse con otros solteros y se amplió enormemente el espectro de gente que se puede llegar a conocer. Además desapareció el estigma “bochornoso” que significaba acudir a internet para armarse citas y buscar pareja. Sin embargo, algunas mujeres se quejan de que los hombres sólo quieren encuentros casuales o no cumplen con sus expectativas.

Como Alaya, que cree que las redes sociales alientan las relaciones fugaces: “Es todo mucho más abierto, más relajado y sin compromiso. Me da la impresión de que hay muchas mujeres disponibles y para los hombres es más fácil picotear”. Cuenta que ella conoció a varios chicos por esta vía pero “ninguno para formalizar” y que muchas de sus amigas viven situaciones parecidas.

Gael Deheneffe, director de un sitio de citas online (que cuenta con 2.2 millones de miembros en Argentina), admite que las mujeres buscan relaciones más comprometidas en comparación a los hombres. “El 95% de las mujeres declaran que buscan una relación seria y este número se reduce al 75% de los hombres”, dice el director del sitio, que apunta a formar parejas duraderas.

El promedio de edad de mujeres que participan en esta página es de 35 años. “Hoy en día las personas trabajan más horas y esto genera que se acreciente el tiempo que permanecen en línea y cuenten con menos tiempo para cuestiones personales. Y las citas online son una manera práctica de conocer gente nueva, que no es parte de su círculo diario de amistades o de compañeros de trabajo”, describe Deheneffe.

En cuanto al comportamiento de las solteras dentro de la página, revela que las mujeres permanecen más tiempo conectadas que los hombres pero con una postura más pasiva: con frecuencia esperan que los varones inicien las conversaciones y mandan tres veces menos correos electrónicos que ellos (los hombres envían un promedio de 29 mensajes al día, mientras que las mujeres alrededor de 11).

EN LA VARIEDAD ESTA LA DIVERSION

Existe tanta variedad de solteras como de personas. Algunas padecen su situación, otras la aceptan módicamente, y por supuesto que también están las que le sacan todo su provecho: salen los días que tienen ganas, cuentan con una agenda de “amigos con derecho” actualizada o al menos uno fijo y posibles suplentes “guardados” entre la lista de contactos. Para pasarla bien también son importantes las amigas (o al menos una) en situación parecida, disponible para acompañar en las noches de juerga.

Aunque se lleve la soltería de la manera más divertida, a caso algunos días se añorará la presencia de un hombre que proteja y de una familia que contenga. Como quizá también las mujeres casadas fantasearán, en sus más íntimos secretos, con volver tan sólo un día a la tranquilidad de su antigua soltería.

Alaya cuenta con varios grupos de amigas, y dice que como la mayoría atraviesa situaciones parecidas se sienten acompañadas y se divierten compartiendo anécdotas de malas citas o relaciones fallidas. “Cada una va contando sus experiencias y decís: `Ah bueno, no soy la única’. Ahora está mucho más aceptada la soltería, porque estar sola es lo más común”. Y, aunque le gustaría una relación seria, se consuela: “Las que están en pareja son las que tienen más conflictos, se las ve más estresadas. Nosotras estamos más relajadas”.

Su hermana, Irina Zabre Ferezi (30) dice que ella muchas veces se sintió juzgada, y se queja: “Ser sola no está mal. No tiene que ser un peso, ni para una ni para la sociedad. No me gusta que me señalen con el dedo si elijo esto: yo estoy bien. No lloro por no tener un par a mi lado”.

Irina se proclama soltera, pero no niega la posibilidad de una futura pareja. “Digo que ‘soy sola’. Lo considero, en parte, una elección porque tampoco es una preocupación. Tener hijos no figura entre mis planes”, dice la joven, y agrega: “Yo hago la mía. El año pasado estuve un mes viajando sola por México. No digo que no sería lindo estar en pareja. Pero valoro lo que soy siendo sola”.

¿QUE PASA CON LOS HOMBRES?

La queja de que “no hay hombres” se escucha con frecuencia entre las solteras que superan los 30. Y suelen recurrir a las estadísticas para argumentar lo que se percibe como una “sensación”. Pero detrás de los números que indican que las mujeres son mayoría se escondería una trampa argumentativa, según explica el economista Martín Tetaz, profesor de la UNLP. “Es verdad que hay 1.069.564 más de mujeres, pero la gran diferencia se produce porque ellas viven más. Mientras en el segmento etario de mayores de 70 años hay un 59% más de señoras, en el target de 30 a 40 tan sólo superan en un 3,7%”.

Y según indica el último censo del INDEC (2010), en la franja etaria que va de los 30 a los 50 años se encuentran más hombres solteros sin pareja que mujeres: 942.450 varones y 911.211 mujeres.

Para Tetaz, especialista en Economía del Comportamiento, lo que subyace a la queja femenina se relaciona más con una cuestión de expectativas que con una verdadera “ausencia” de hombres disponibles. Dice que las mujeres cuando piensan en relaciones duraderas buscan indicadores de la capacidad proveedora del varón, lo que las llevaría a evaluar su nivel socioeconómico. Y es ahí donde radicaría la cuestión.

Mientras que en 1974 el 7,3% de los hombres en el Gran Buenos Aires tenía estudios superiores, sólo el 4,9% de las mujeres alcanzaba este nivel educativo, según los datos del INDEC. Veintiocho años más tarde la cifra de hombres con educación terciaria o universitaria en el país ascendió a 17,4%, y el porcentaje de mujeres en la misma condición se elevó hasta el 22,7%.

Y en cuanto a los ingresos, las mujeres con universitario completo ganan un 74% más que los hombres que no han pisado nunca una facultad. “Hay menos hombres con ingresos similares o superiores a los de una mujer con título, y la brecha de ingresos con el resto de los candidatos es tan alta que no amerita considerarlos como eventuales proveedores”, reflexiona Tetaz.

Para el economista habrá que acostumbrarse a esta situación: “Cada vez más las mujeres exitosas se quejan no ya de que ganan menos, sino de que no hay hombre que satisfagan sus deseos... y no precisamente los de tipo sexual”.

TIEMPO DE CAZA

El ideal del príncipe azul comienza a fomentarse desde la infancia. Y para el universo femenino la “cacería” se desata cuando los hombres todavía permanecen distraídos con entretenimientos que les resultan más divertidos. Las nenas - sagaces - los miran, los miden y eligen su príncipe.

Pero no es cosa simple. La batalla es larga, y pasados los treinta suele volverse angustiosa: algunas encuentran al que consideran “el hombre indicado” (o al menos en un principio y después puede que les de fiaca, o no vean mejores opciones, para cambiarlos); otras, cuando sienten que se les “acabó el tiempo de búsqueda”, deciden quedarse con el “menos peor”. Y también están las que no se resignan a conformarse con alguno de los libres y - piadosas de su situación - arremeten con los ocupados. Y a diferencia de las que se deciden “por siempre solas”, están las luchadoras que permanecerán fieles a sus sentimientos y esperarán su amor firmes al pie del cañón, listas para el gran zarpazo.