Recrudecen las presiones con el dólar

Como tantas otra veces en la economía argentina, la falta de dólares y la consecuente devaluación del peso se han convertido en el tema central de la coyuntura. En la última semana, luego de rozar los $16, el dólar paralelo se contrajo levemente para cerrar a $ 15,75 el viernes con una brecha de 85,95 por ciento respecto a la cotización al oficial de bancos y casas de cambio que cerró a $8,47, con una leve corrección de tres centavos en la semana.

La suba una vez más fue alentada por el denominado contado con liquidación, es decir el arbitraje de bonos por el cual se puede hacerse de divisas fuera del país y que es utilizado para remesar utilidades por empresas y particulares, ante el cierre del grifo impuesto para estas operaciones. A esto se sumó en la semana fuertes versiones que indicaban que parte de las importación deberían girarse en lo sucesivo a a través de este mecanismo, un concepto rápidamente desmentido por el Banco Central.

UN CAMBIO DE TENDENCIA

Desde hace algunos años la tendencia de ingreso de dólares cambió en forma abrupta. Si hasta 2009 y 2010 el ingreso de divisas se había convertido en un problema porque exigía emitir pesos para absorber las liquidaciones y las reservas crecían sin cesar, todo se revirtió desde entonces y se agravó con el fallo del juez Thomas Griesa y la imposibilidad de acceder a los mercados internacionales.

Y si bien la balanza comercial de agosto registró un superávit de 145 por ciento superior al del mismo mes del año pasado, ello se debió a una caída de 20 por ciento en las importaciones, planchadas por las autoridades. Según los datos del Indec, el volumen de negocios con el exterior en agosto se contrajo 15,6 por ciento y quedó en 12.299 millones de dólares, contra 14.581 millones en el mismo mes de 2013. El resultado de la balanza, 899 millones de dólares de superávit, fue producto de una caída interanual en los pagos al exterior de 20 por ciento, a 5.700 millones de dólares y de 12 por ciento en los cobros por exportaciones, que descendieron a 6.599 millones.

Con la caída de las importaciones, en ocho meses la balanza registra un superávit de 5.385 millones de dólares, lo que también implica una baja de 10 por ciento en forma interanual. Este resultado es claramente insuficiente para las necesidades de gastos de energía y obligaciones del país.

Y ello quedó reflejado en los resultados de la cuenta corriente que mostró en el segundo trimestre del año un superávit de 609 millones de dólares, un 22 por ciento inferior al que se produjo en el mismo período de 2013, según los datos del propio Indec. En tanto, la cuenta financiera tuvo un saldo favorable de 1.539 millones de dólares, contra un déficit de 2.735 millones de dólares producido en el segundo trimestre del año pasado. Al mismo tiempo, la deuda externa bruta total se ubicó en 147.854 millones de dólares, con un alza de 6.614 millones respecto del trimestre anterior.

Esta endeblez en los ingresos de dólares se ve reflejado en el nivel de reservas internacionales que cerraron el viernes en 28.043 millones de dólares, es decir una pérdida de 577 millones en lo que constituye la caída más es más pronunciada en comparación con los 47.523 millones de dólares al 31 de octubre de 2011, cuando se iniciaron las restricciones conocidas como “cepo”. Desde entonces, el descenso en las reservas fue de 19.480 millones de dólares (40,99 por ciento), en tanto que la pérdida respecto del nivel récord de 52.654 millones del 26 de enero de 2011 llegó a 24.611 millones de dólares ( 46,74 por ciento).

El racionamiento de reservas parece haber gatillado la corrida del peso. Desde comienzos de septiembre, el Gobierno se ha “sentado” sobre las reservas, consciente de la escasez de divisas y de los fuertes vencimientos de deuda pública. El Gobierno tendrá que pagar unos 2.600 millones, mientras que en 2015 tendrá que hacer frente a 14.000 millones de dólares.