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Revista Domingo |INTERÉS GENERAL

Casciari: defender el cuento en medio de la tormenta 3.0

De paso por La Plata, el escritor mercedino se calzó el traje de guía narrativo ante un auditorio de entusiastas de la escritura. Un repaso por la obra y la actualidad de un hombre que, después de haber triunfado en la industria literaria, emprendió toda clase de proyectos ligados al arte de recuperar las anécdotas personales, saber detectar su potencia y pasear por cuestiones que van de lo filosófico hasta la cotidianeidad más simple

21 de Septiembre de 2014 | 00:00

Por DIEGO DIPIERRO

CINTIA KEMELMAJER

Fotos

GONZALO MAINOLDI

Hernán Casciari nació, analógico, en 1971. En el futuro se mudará a España y no volverá más que para alguna conferencia o clínica de escritura. Pero su esencia va a seguir siendo la del gordito de Mercedes, fanático de las historias cotidianas y que a partir de su prosa llana es capaz de capturar la atención de un pibe de 17 que recién empieza a simpatizar por la literatura, o de su tía, ya de cincuentaipico, que se aburrió de los narradores obligados por las grandes editoriales.

Después de una carrera que incluyó idas y vueltas con la industria convencional de los libros, Casciari ya está encaminado en la tarea siempre difícil de consolidar un estilo propio. Con esa estela vino por primera vez a La Plata para coordinar un taller literario (él detesta llamarlo así). Después, le dedicó unos minutos a EL DIA para repasar la experiencia.

“En las anécdotas que se leyeron acá hay más involucre personal, las historias tienen un dramatismo personal”, esbozó Casciari, acerca de una experiencia que ya lo tuvo de recorrida por tres ciudades más.

“Como lector me gustan los cuentos cortos, cotidianos y no intelectuales. Es un gusto personal, y por eso tiro para ese lado”, explica el escritor

Al igual que en las otras sedes, el escritor percibió que los lectores que lo siguen tienen rasgos que los aúnan: “Es un público específico, variopinto en las edades, atravesado por los mismos gustos culturales, con una forma de ser, una generosidad y buena onda que todos comparten”.

LA ANECDOTA COMO RAIZ

“Como lector me gustan los cuentos cortos, cotidianos y no intelectuales. Es un gusto personal, y por eso tiro para ese lado”, explica Hernán, en un bar de diagonal 74.

El multitasking, una epidemia como la obesidad, es el fenómeno que nos lleva a atender varias cosas a la vez para en definitiva no hacer ninguna de lleno: escuchar música, whatsappear, lavar los platos, mirar de reojo la televisión en mute. Casciari se apoya en esa base pero para retrotraernos a la forma ancestral de los cuentos de pueblo.

Y su simpleza para decir es solamente una excusa para introducir temas o discusiones que incluyen a la filosofía, las neurosis, los traumas sociales o la alegría de una juventud diáfana, a veces todo junto, como quien no quiere la cosa, para desafiar a su público en un juego que se parece más al multitasking que a un relato convencional. Esto es, atender a distintos aspectos al mismo tiempo, dejando algunos en espera hasta que se resuelven los que se toman como principales.

Casciari siempre remarca en entrevistas que su tiempo de ocio es el combustible de su creatividad, y que por eso la mecánica de los medios periodísticos puede convertirse en una asfixia

Un ejemplo que aclara mucho al respecto es su cuento “Tú te rompiste”. Ahí Casciari habla de la locura que se genera cuando se cae el servicio de mails o los chats telefónicos. El mismo nos recuerda las Instrucciones para dar cuerda a un reloj de Cortázar, en donde queda en evidencia cómo el hombre puede vivir supeditado a su tecnología. “En esta década, estar tres horas sin conexión a algo es una especie de calamidad personal”, arriesga, enumera algunos ejemplos y remata: “Al hombre moderno lo derrite el desasosiego (…) ¿En qué momento el confort de las comunicaciones se convirtió en una emergencia insustituible?”.

La otra base fuerte de sus relatos son las anécdotas, que oscilan con vértigo pero justeza entre las historias cotidianas de un pibe de pueblo de la Provincia revisadas por un adulto hedonista, consumidor furioso de literatura y series de televisión, que a cada cuento cierra con por lo menos una síntesis que invita a repensar algún aspecto de nuestra forma de mirar.

“HAY SERIES MEJORES QUE CUALQUIER LIBRO”

“Hoy el celular es protagonista en la televisión, pero también en cuentos míos. En ese sentido, el hombre se adapta a todos los elementos tecnológicos”, subraya Casciari, y además asume no tener ninguna estampita literaria: “Me gustan más las series. Por ejemplo, Seinfeld, Los Soprano o Black mirror. Todo eso es cuento moderno, mejor que cualquier libro que me haya comprado en los últimos cinco años”.

La marca distintiva de este escritor actualizado es que la tecnología casi siempre marca el inicio de sus cuentos. Es muy probable que Casciari haya pasado horas de YouTube hasta escribir que “Messi es un perro”, pero su conclusión surge del más hogareño de los recuerdos de infancia.

“Hoy el celular es protagonista en la televisión, pero también en cuentos míos. En ese sentido, el hombre se adapta a todos los elementos tecnológicos que tiene al alcance”, sostiene Casciari

Los primeros pasos del entrecruce tecnología-literatura los dio con el formato del blog. Sus experiencias literarias vía web, alumbradas desde Barcelona a principios de la década pasada, tuvieron muchos hijos: el más reconocido fue “Más respeto que soy tu madre”, que en su versión adaptada al teatro y con Antonio Gasalla en una de sus mejores expresiones reventó las taquillas.

El otro hito que también difundió por la web fue Orsai, un espacio en el las disquisiciones profundas convivían junto a esas anécdotas en primera persona, cuando todo estaba “tan bien, tan café con leche”. Muchas quedaron grabadas en una larga serie de micros para radio, disponibles online y de cuatro minutos cada uno.

Las mejores solían aparecer en la revista Orsai, y aquí es donde vale la pena detenerse. Esa publicación, tres años de revistas sin publicidad, ilustrada y escrita por autores que Casciari y su amigo Chiri Basilis admiraban, ya devino en objeto de culto. Sobre todo desde que los dos se cansaron de luchar contra aduanas y costos de distribución, pero también ante la amenaza de que hacerla empezara a convertirse para ellos en una obligación.

EL DIVAGUE ORGANIZADO

Cuando se cansó de los medios y la industria literaria, el escritor fundó su propia editorial, que derivó luego en una revista de culto y el proyecto de un bar que duró unos meses en San Telmo

Casciari es un apasionado del divague, un yang desbocado y a veces sometido por la vista examinadora de Chiri, su yin moderador. Hernán siempre remarca en entrevistas que su tiempo de ocio es el combustible de su creatividad, y que por eso la mecánica de los medios periodísticos puede convertirse en una asfixia. Hasta llegar a descubrirlo, por un tiempo fue columnista de La Nación y El País de España. Hasta que se cansó: fundó una editorial, una revista y un bar en San Telmo, en ese orden y bajo la marca indeleble del cariño a las ciudades, el café, la vida con amigos, el cine y por supuesto, los libros.

De Orsai ya se extinguieron las versiones revista y bar. Esas publicaciones en papel -200 páginas en alto gramaje, ilustraciones, crónicas furiosas y ficciones elegantes- están entre las últimas expresiones literarias que tuvieron la ambición de plantarse frente al reinado de lo digital para recuperar la tradición de quien gusta de coleccionar sus revistas en una vitrina en lugar de un pen drive.

Casciari, el analógico, está lejos de renegar de las ventajas que da la tecnología: les saca el jugo y las subordina al relato oral, a la potencia de un cuento circular y a los aromas y sonidos que envuelven a las anécdotas. Casciari es la prueba de que lo importante siguen siendo las historias.

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