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Se viene una escuela sin boletín ni malas notas

14 de Septiembre de 2014 | 00:00

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

afcastab@gmail.com

El director de la Escuela Secundaria N° 12 de Moreno envió hace un par de semanas una carta a los docentes indicándoles que “en caso de considerar que el alumno no está en condiciones de aprobar el 2° trimestre, se solicita pasar por alto esta situación al cerrar el promedio para no perjudicarlo”. ¿El motivo? Para el profesor los chicos perdieron “muchos días de clase”. Y sería injusto calificarlos en medio de semejante vacío. El contenido de la carta trascendió las ‘fronteras’ del colegio y en su momento causó un enorme revuelo, lo que llevó a la dirección de Escuelas bonaerense a iniciar una investigación para deslindar responsabilidades y, si corresponde, aplicar la sanción pertinente, dijo el subsecretario de Educación, Néstor Ribet. El profesor Fabián Scotti, quien firmó el comunicado, culpó por las horas perdidas al Mundial de fútbol, los paros docentes, la rotación (de cursos) por falta de suministro eléctrico, entre otras.

La orden es evitar las diferencias, nivelar y olvidarse del estímulo y recompensa. Después de muchas reuniones llegaron a la conclusión de que el aplazo es una frustración que se arrastra toda la vida. Aulas benevolentes, con docentes en retirada y mucho permiso y pocos deberes

Es cierto: éste fue un año muy accidentado y con interrupciones constantes. Por eso al director Scotti le pareció que la idea de nivelar para abajo era una forma de hacer justicia. Los chicos agradecidos por esta gentileza extra de una escuela que vive un recreo semi permanente. Como lo del calendario escolar es una ficción, decidió cortar por lo sano: nada de exámenes ni exigencias desmedidas, de aquí hasta diciembre hay que transformar a la escuela en un espacio sin ajustes ni obligaciones.

Desde Educación salieron a desmentirlo, pero ahora nos enteramos que al final el director de Moreno era un adelantado. Que la idea de convertir a la escuela en un pasatiempo ha ido ganando espacio y que al menos en la primaria se avecinan tiempos más fáciles y distendidos, sin caras largas ni boletines.

El propósito, dicen los especialistas, es terminar con la estigmatización. La orden es evitar las diferencias, nivelar y olvidarse del estímulo y recompensa. Después de muchas reuniones llegaron a la conclusión de que el aplazo es una frustración que se arrastra toda la vida. Y Nada de repetir ni caras largar. Aulas benevolentes, con docentes en retirada y mucho permiso y pocos deberes.

Las constantes cabriolas de una reforma eternamente inconclusa, expone a los chicos y los maestros a un reacomodamiento constante que aporta más confusión que mejoras. Y en ese marco los docentes van a tener que hacer equilibrio para que el sistema no le sustraiga estímulos a los mejores y para impedir que la escuela sólo premie al dichoso término medio. El temor de estos días es que el esfuerzo individual no sea sancionado con una valoración cotidiana. Porque sobran expertos y faltan resultados en un área donde la improvisación y las vaguedades se agotan en puros anuncios.

Lo de la estigmatización son deudas de los nuevos tiempos. En general, si hacemos memoria, en la escuela no se estigmatiza a los vagos sino los tragas. Los chicos se burlan más de los hacendosos que de los despreocupados. Siempre fue así. Incluso al bullying lo padecen más las lindas que las feas. Nadie desvaloriza a los que se van a marzo. Es la ventaja la que te expone

Para poder achicar la estadística de los cabizbajos, los expertos han decidido acabar con el 1, el 2 y el 3. Son números estigmatizantes que a más de un distraído le puede acarrear un trauma insoluble. Todo empieza en el 4. La escuela del futuro los quiere parejos y como sea, sin tener que rendirles cuentas a nadie. Y por eso desaparece el boletín, rémora de un ayer vergonzoso, con notas, faltas y valoraciones. La idea que va ganando terreno es que la disciplina, el esfuerzo y el aprender sean opcionales. También habrá un elenco de abanderados alternativos para que el buen alumno no monopolice el Pabellón. Faltaba más. Porque el objetivo no declarado es que los mejores no hagan sentir su supremacía y que desde chicos aprendan a mirarse en el espejo de los mediocres.

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