Inexplicable desidia oficial en el mantenimiento de las vías de acceso a la Ciudad

Los recientes reclamos formulados por el deficiente estado y por el casi nulo mantenimiento de la avenida 137, entre la 72 y 640, que conecta a nuestra ciudad con Arana, no hicieron sino reiterar protestas similares planteadas a principios de este año por conductores y vecinos de esa localidad vecina.

La situación, como se ha dicho, no es nueva, pero además refleja el estado de abandono en que se encuentran muchos de los caminos de acceso a La Plata, en una situación que se agrava año tras año por el crecimiento del parque automotor y la falta de respuesta de las autoridades frente a esas demandas.

En el caso de la avenida 137 saltan a la vista, como las deficiencias más comunes, los numerosos y grandes baches, las banquinas rotas y los lomos de burro sin señalización que, en verdad, son sólo algunas de las pretéritas falencias que presenta esa calzada que es recorrida cotidianamente por miles de vehículos.

Según coincidente testimonio de los automovilistas, cuando el tránsito se moviliza en las horas pico, los baches generan obligadas demoras y los automovilistas deben reducir la velocidad a paso de hombre para cruzarlos con cuidado, por lo que no es inusual que se generen filas y embotellamientos de vehículos.

Ese panorama se agrava con la presencia de animales sueltos, la falta casi total de iluminación en horas nocturnas y el pésimo estado que exhiben las paradas de colectivos y que dejan sin protección alguna a los pasajeros que allí aguardan, indefensos frente al frío o cuando se registran lluvias.

Cabe señalar que por la 137 circulan además de numerosos autos particulares, las camionetas y camiones de los productores hortícolas y los micros de la línea 307, letra D, que en más de una oportunidad corrió el riesgo de interrumpir el servicio por el estado que presenta la calle.

Debe subrayarse, frente al cuadro descripto, la imperiosa necesidad de que se encaren los trabajos de reparación que hacen falta y que se garantice un constante mantenimiento en todos los accesos. Lo que está en juego -como se dijo- es la seguridad de miles y miles de personas que los transitan en forma permanente.

Tal como se ha señalado, se registran de continuo, desde numerosos barrios y localidades de la periferia, reclamos similares a los planteados por los vecinos de Arana. En este sentido, la falta de trabajos de mantenimiento –que décadas atrás se realizaban puntual y periódicamente- es la causa determinante del pésimo estado en que se encuentran estos caminos interurbanos.

Si bien es cierto que resulta imperiosa la realización de obras camineras de envergadura en torno a la Ciudad –entre otras el tendido de una red de anillos perimetrales- no cabe duda que buena parte de estas situaciones aquí mencionadas mejorarían sensiblemente si por lo menos se realizaran tareas más modestas que contribuyan a eliminar deficiencias que sólo se explican por la desidia y la desatención de los organismos competentes.