El dibujo, un medio de íntima conexión con la Ciudad

A unque dibujó toda su vida y realiza bocetos como parte de su trabajo habitual, Renata Pinedo Valdiviezo cuenta que se reencontró con el dibujo hace apenas dos años tras la visita a La Plata de uno de los maestros del dibujo arquitectónico, el arquitecto norteamericano Francis Ching. El contacto con su obra hizo que ella, como muchos de sus colegas, re descubriera el dibujo a mano alzada no sólo como una herramienta de trabajo sino como un placentero medio de expresión.

Miembro fundador de Croquiseros Urbanos de La Plata, uno de los grupos de dibujantes espontáneos que han surgido en los últimos años, Renata -que es arquitecta y docente universitaria- cuenta que juntarse a dibujar fachadas, edificios y esquinas, no es sólo descubrirlos sino plasmar un momento de conexión con la Ciudad.

Acaso como una reacción al avance de la tecnología digital, el croquis urbano (urban sketch) ha venido revalorizándose en todo el mundo al punto de constituir ya una corriente cultural. Muchas personas que antes viajaban o recorrían las ciudades con la cámara fotográfica en mano hoy van con un cuaderno para dibujar.

“Durante los últimos años la computadora terminó casi monopolizando el dibujo en arquitectura. Las herramientas digitales ofrecen una precisión y una recreación de la realidad tan brutal que el dibujo a mano sólo es utilizado hoy por unos pocos y apenas en la etapa de proyecto, lo que está haciendo que ese arte tienda a perderse. Quizás por eso ha comenzado a revalorizarse el hecho de que sea absolutamente personal: ponés a seis personas a dibujar la basílica de San Ponciano y ningún dibujo va a ser igual a otro”, dice el arquitecto Gustavo Geberovich, el fundador del grupo local.

Tras participar durante un tiempo de un grupo de croquiseros que se juntaban a dibujar en Buenos Aires, Gustavo aprovechó el entusiasmo generado en torno a la visita de Francis Ching para proponerle a algunos de sus colegas formar un grupo en nuestra Ciudad. La respuesta que obtuvo fue tal que desde su fundación a fines de 2012, Croquiseros Urbanos de La Plata no ha parado de crecer.

De ser un grupo de siete personas, Croquiseros reúne actualmente a unos ciento cincuenta miembros en La Plata; y aunque su participación fluctúa según las propuestas, nunca bajan de quince o veinte los que se juntan a dibujar. Con una alta participación femenina, en el grupo confluyen personas de diversas edades pero un mismo interés: retratar la ciudad por puro placer.

“Si bien somos mayoría los arquitectos y estudiantes de arquitectura, en el último tiempo se han incorporado al grupo personas de otras profesiones. Y aunque todo el mundo dibuja muy bien, dibujar bien no es condición excluyente para participar”, cuenta Gustavo, quien asegura que, de hecho, nunca se seleccionan los trabajos cuando surge la posibilidad de hacer una exposición: “se muestra todo lo que hay”.

Alrededor de esa propuesta, el grupo de croquiseros se junta todos los primeros sábados de mes en algún punto de la Ciudad: un edificio representativo, una fachada histórica, un templo a una estación de tren. En cualquier caso, sus excursiones, que se realizan por la tarde, nunca duran más de dos horas. Tras ellas, todos exponen sus dibujos en la misma vereda y luego comparten un café para charlar.

“No se necesita mucho más tiempo que eso para hacer un croquis, porque el croquis es un dibujo sencillo, apenas una impresión tomada con espontaneidad”, comenta Gustavo, quien señala que aun así algunos de ellos resultan “pequeñas obras de artes dignas de exponer”.

Con todo, el resultado tal vez no sea tan importante como el momento en sí. “Cuando dibujás volvés a ver la ciudad, pero de un modo distinto que no te permite la mirada al paso -cuenta Renata Valdiviezo-. Y ese dibujo no sólo plasma lo que ves sino lo que estás viviendo en el momento. Es una buena excusa para desconectarme de la vorágine del trabajo cotidiano y conectarme con la Ciudad”.