La fantasía de una ciudad zombi

Por JOSE SUPERA Escritor

Negra sombra sobre ojos que brillan. Pasos que se dan sobre tablero de ajedrez que no existe. Peones somos. Sin saber. Sin ser conscientes. Pero siendo. Nos llenamos de ropas que nos distingan. Compramos artefactos que no sirven más que para hacer lucecitas en el medio de la noche. Hinchando nuestros cuerpos como si fueran máquinas que se preparan para una guerra que no va a venir nunca. Nos metemos comida y pastillas y alcoholes y drogas y todo aquello que haga el viaje menos doloroso y más placentero. Olvidamos quiénes somos. Recordamos lo que queremos ser.

Y caminamos las calles.

Hordas de boludxs.

Que no sabemos

ni qué somos.

El zombie camina en diagonal. Hay alguien que se aventura a filmar una película de zombis en la Ciudad. Pleno auge del zombi. Nada original. Pero sí original a la hora de retratar un pueblo maldito donde todos conocemos las caras de todos y donde todos sabemos lo muertos que está cada uno. Zombis de la palabra, del chusmerío, también. En cafés y en plazas, en cines y tribunales y calles comerciales: el zombi es máquina y repite movimiento. Dentro de este cementerio de formas perfectas. Diagonales que lo cruzan. Un cementerio que es ciudad y todo cada vez más muerto. Y alguien que lo retrate. Que lo muestra tal cual. Como entretenimiento. Cine que es espejo de la sociedad, película de zombis que es paradoja porque sirve para mantener al zombi promedio distraído.

“...zombis de la palabra, del chusmerío, también. en cafés y en plazas, en cines y tribunales y calles comerciales: el zombi es máquina y repite movimiento...”

Sangre Sucia. Así se llama la película de zombis filmada en La Plata. Hablo con su realizador, Juan Mirarchi. “Los infectados son una excusa perfecta para hablar de los seres humanos y las sociedades en las que nos movemos desde una postura menos ingenua y más profunda de lo que parece a simple vista. Cómo reaccionamos frente a los problemas, las cosas que hacemos, las decisiones que tomamos y si son o no las correctas. ¿Qué serias capaz de hacer si algo así te pasara a vos? Teniendo en cuenta que ya no hay límites, que nadie se va a detener a decir ‘Esto esta mal’, creo que el ser humano bajo presión puede llegar a ser muy peligroso”.

Mirarchi es oriundo de la ciudad de Junín pero desde hace años vive en La Plata. Es estudiante de cine en la Facultad de Bellas Artes de la UNLP. Sangre Sucia fue filmada en la Ciudad y contó con la colaboración de muchos artistas locales para su realización. Se espera el estreno en dos meses y el año que viene empieza su recorrido por los festivales. “La idea de filmar una película de zombies la venía arrastrando desde el primer año de la carrera. El primer corto que realizamos también era de zombies, sin embargo no pude colaborar demasiado en las cuestiones artísticas, debido a la cantidad de integrantes y lo que conlleva trabajar con 15 personas con visiones totalmente diferentes. Muchas ideas quedaron dando vueltas en mi cabeza y pensé que el algún momento haría un corto de zombies. Y así fue, comencé a escribir lo que seria mi primer cortometraje de género, pero mientras iba escribiendo la historia se fue haciendo cada vez más extensa, y de manera natural terminó siendo una película, Sangre Sucia. Eso no estaba planificado. El año pasado inauguramos nuestra productora audiovisual independiente con un grupo de compañeros de la facultad, y si bien en un principio pensaban que el proyecto era demasiado ambicioso para un primer proyecto, al final me dieron el visto bueno y arrancamos a producir”.

Desde el taxi veo la figura de un hombre que no es hombre. Hace mucho le hice una nota para esta misma sección. Lo veo igual que hace años. Desgarbado, ropa con manchas, lo imagino durmiendo en plazas, consumiendo lo que consigue para aplacar el grito que le viene desde adentro, la calma del fuego que tiene postrado en la carne. Camina. Zombi es. El taxi sigue y dobla por alguna calle céntrica y ahora paso por la confitería de nombre parisino. A través del vidrio. Puedo verla. Una señora. Maquinalmente toma su cafecito con leche con dos medialunas. No sé si habla sola o murmura una canción. Supongo que todos los días repite lo mismo. En unos minutos va a salir de ese lugar. Caminará por las calles céntricas abarrotadas de muertos. Ella arrastrará los zapatitos que se pone para ir a la confitería. Destila perfume traído de otros mundos. Largos años haciendo eso. Así. Hasta apagarse un día. Pero habrá otra que la reemplazará. Otra mujer sentada contra la ventana con el café y las medialunas. Arrastrando los zapatitos, el chal, los aros, el olor perfume. Y habrá otro desgarbado, otro abogado, otros estudiantes de arquitectura dibujando y a la vez pensando que están creando algo único, pero se repiten, como esta nota, como este zombi que también escribe, y repite, repite, repite.

Negra sombra sobre ojos que brillan.