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La Ciudad |ES MOTIVO DE PREOCUPACION Y TRABAJAN PARA REVERTIRLO

En la Universidad platense, los alumnos tardan más de ocho años en recibirse

Así surge de las estadísticas oficiales de la UNLP. En la última década, ese índice nunca se logró reducir

24 de Agosto de 2014 | 00:00
En la Universidad platense, los alumnos tardan más de ocho años en recibirse

Tiempo promedio para recibirse según pasan los añosLa mayoría de los alumnos de la UNLP demora en recibirse entre 3 y 4 años más de lo que estipulan los planes estudio. Con matices, los decanos coinciden en que el tema es motivo de preocupación y aseguran que en todas las facultades se viene trabajando al respecto, al tiempo que hablan de un nuevo perfil de estudiante universitario.

Según estadísticas oficiales de la Universidad, la duración promedio de las carreras en 2012 fue de 8,37 años. Durante la última década, ese índice nunca bajó de 8, y en 2007 y 2008 superó los 9 años.

En cuanto a las causas de este fenómeno, el decano de Derecho, Vicente Atela, afirma que “ya no existe el modelo de universitario que solamente estudia, es un porcentaje minoritario. Y aún aquel que en los primeros años no trabaja, promediando la carrera comienza a buscar un empleo para poder sostener sus estudios”, comenta.

Su par de Ciencias Económicas, Martín López Armengol, aporta un dato: “Aquí hacemos una encuesta entre quienes vienen a retirar los títulos en los actos de colación de grado, y casi el 90% responde que trabajó mientras hizo la carrera”.

“Hace años, la tesis equivalía a una suerte de posgrado. El alumno finalizaba las cursadas e iniciaba esa instancia”

Ese nuevo perfil de alumno también incluye otras cuestiones. “No son pocos los que forman pareja mientras realizan la carrera, hay un cambio de hábitos que la universidad pública y gratuita permite”, señala el decano de Arquitectura, Fernando Gandolfi, y opina que “si bien el tránsito por la universidad implica una importante instancia formativa más allá del título, la titulación, y en el menor tiempo posible, es el objetivo central”, subraya.

Pero todos coinciden en que hay una multicausalidad de factores. En ese contexto, tras remarcar que “el tener que trabajar prácticamente detiene el avance en la carrera”, el decano de Ingeniería, Marcos Actis, enumera varios elementos, como “la gran cantidad de contenidos (que se requieren) para cumplir con los alcances profesionales; los recursantes en los primeros años -por ejemplo, los dos primeros se realizan en tres o cuatro-; el miedo de los alumnos a rendir finales o a ser evaluados, y no contar con una dedicación exclusiva al estudio por parte de los jóvenes”.

De hecho, un ex funcionario de Veterinaria comentó a este diario que uno de los mayores problemas que enfrentaban con los ingresantes era que “para los chicos, la facultad hoy no es la actividad principal, sino una más”.

Por su parte, Actis ingresa en el terreno de las causas endógenas -“aquellas sobre las que nosotros podemos incidir”, define López Armengol-, y hace hincapié en la “escasez de docentes con dedicación exclusiva. Es notable ver cómo mejoran los índices de aprobación de las asignaturas cuando el docente está en forma permanente en la facultad”, realza.

LA CLAVE: EL DURANTE

López Armengol habla de puntos críticos. “Uno es el ingreso y otro el egreso, y el trabajo que se viene desarrollando al respecto reduce la deserción, por un lado, y aumenta la cantidad de graduados, por el otro. Pero la duración promedio de las carreras se soluciona trabajando sobre todo el recorrido curricular. Es preciso detectar y solucionar los puntos críticos que existen en el durante”, enfatiza.

Tesis de grado y régimen de correlativas eran puntos críticos en los planes de estudio de Bellas Artes, comenta el secretario académico de esa facultad, Santiago Romé.

“Hace años, la tesis equivalía a una suerte de posgrado. El alumno finalizaba las cursadas e iniciaba esa instancia que aparecía como desligada de la carrera, y así llegaba a demorar dos años en terminarla”, dice y cuenta que “en los nuevos programas incorporamos el taller de tesis o el 5° nivel de la materia troncal, para que la tesis sea, en efecto, parte del grado y no quede como algo desprendido”.

También apuntó que se realizaron cambios en las correlatividades, pues “antes, por no tener aprobada una materia, quizás el alumno quedaba un año entero sin poder cursar”.

Opina que “hay que generar otras herramientas de cursada sin bajar el nivel de calidad. Existe un viejo debate al respecto, pero nosotros creemos que masividad versus calidad es una falsa dicotomía”, opina.

Acerca de planes de estudio, la decana de Medicina, Ana Lía Errecalde, considera que “en general están armados de tal forma, con tantas materias por año, que es normal que la carrera dure un año más”, y ejemplifica: “La nuestra está pautada en 6, pero quien la termina en 7, sin dudas hizo una muy buena carrera”.

Aunque la médica considera, sin restarle importancia al tema, que “es más preocupante la escasa cantidad de egresados que el hecho de que un estudiante se reciba en dos años más” de lo que debería.

“Hoy, en el país, el índice de graduación se sitúa entre el 22 y el 24%. ¿Qué está pasando con los alumnos?”, se pregunta, y apunta al ingreso. “Son muchos los que se inscriben en una carrera a tientas, sin convicción o con desconocimiento de lo que implica; es necesario crear conciencia de que eso es lo que van a hacer el resto de su vida”, subraya.

Tras criticar la falta de promoción de todas las carreras, entre las que hay “muchas más cortas o con mejor salida laboral que las tradicionales”, y de defender el sistema de ingreso de la facultad “porque le permite al alumno tener un año para adaptarse al ritmo de cursadas y de estudio universitarios”, Errecalde opina que “no sería mala idea, y reduciría mucho el abandono temprano, implementar algún ciclo común por áreas (biológicas, sociales) para que el chico adquiera ese ritmo y se oriente mejor a la hora de elegir una disciplina específica”.

Un fenómeno que ganó terreno en los últimos años es el de la dilatación de los estudios o la deserción “por trabajo”. Es que las empresas comenzaron a seducir a estudiantes avanzados de determinadas carreras con empleos muy bien pagos.

ALUMNO AVANZADO SE BUSCA

El decano de Informática, Armando De Giusti, brinda una información valiosa en ese sentido. Dice que “el documento sobre Formación de Recursos Humanos en Informática elaborado en 2013 por más de 50 universidades (que dictan esa disciplina en el país) habla claramente del tema de la duración excesiva de las carreras de grado, señalando dos causas importantes: la presión de la demanda laboral que incorpora al mercado a alumnos en etapas intermedias (e incluso iniciales) de sus estudios, y los altos salarios a los que puede aspirar un estudiante sin la exigencia de una titulación habilitante”. Y remarca que “en nuestra facultad se presentan condicionantes similares”.

¿Qué se hace para evitar que las carreras se alarguen? Antes de responder esa pregunta, los decanos describen los perjuicios que el alargamiento de los estudios trae consigo.

“La demora en el egreso retiene en el sistema universitario a alumnos que en la planificación curricular deben culminar en término con su carrera”, apunta Atela. “Las facultades comienzan a padecer limitaciones de recursos edilicios (espacios) y humanos (profesores)”, dice López Armengol. No obstante, todos opinan que el mayor perjuicio lo sufre el propio estudiante, ya que se va automarginando para la carrera de investigador y también para el campo profesional.

“A veces pienso que al ser gratis no le damos el significado que debería tener, en cualquiera de los países centrales la mayor preocupación de los padres es ver cómo hacen para garantizar la educación universitaria de sus hijos”, acota Actis.

En tanto, para involucrarlos con el estudio, De Giusti propone como “la acción más importante canalizar las inquietudes del estudiante incorporándolo a proyectos y desarrollos concretos desde las primeras etapas de su carrera”. Materias por promoción, tutorías, cambios en los métodos de enseñanza, son otras herramientas. Pero vincular al joven con lo que va a hacer fuera del aula, es “clave”.

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