Fue a preguntar por un alquiler, pero enseguida sacó un arma

LA INMOBILIARIA DE PARQUE CASTELLI YA SUFRIÓ DOS ASALTOS PARECIDOS EN EL ÚLTIMO AÑO Y MEDIO

Usando una metodología que en primera instancia no llame la atención de nadie, un ladrón pudo asaltar a la dueña de una inmobiliaria de Parque Castelli. Esta víctima revivió en carne propia una secuencia idéntica a la que le había tocado sufrir hace alrededor de un año y medio en el mismo local, aunque con otros protagonistas.

Ayer a eso de las 15.30 un hombre de poco más de 35 años llegó al negocio, en 23 y 63, y comenzó con el libreto típico al que echan mano los delincuentes que se dedican a esta clase de robos.

“Llegó preguntando por un alquiler. Tenía un aspecto ordenado, prolijo”, describió la martillera Ana Trevisior. Al cabo de unos momentos de aparente normalidad, el ladrón sacó un arma y empezó a increpar a la víctima.

Pedía una caja fuerte que en realidad no había, y también exigía todos los objetos de valor que hubiera. Además, pretendía llevarse los pagos de alquileres de los clientes, algo que tampoco recaudan en el local.

En definitiva, el asaltante sólo pudo apoderarse de la plata y la cartera con las pertenencias de la martillera, entre ellas, una cámara de fotos y su celular.

“EDUCADO”

Tal vez el único atisbo de violencia que expresó el asaltante fue la orden de que la mujer y el pintor que estaba trabajando en la inmobiliaria se tiraran al piso.

Más allá de eso, en el robo no hubo agresiones físicas: “No nos pegó ni nos trató mal. Era bastante educado”, recordó Trevisior.

Disconforme con el botín que obtuvo dentro del local, el delincuente pidió también las llaves del Volkswagen Bora de la mujer.

“Me deben haber visto llegar en el auto, porque era otra de las cosas que me pidieron de entrada”, especuló Ana.

Hasta ayer el vehículo no se había reportado como abandonado, a pesar de la búsqueda que se implementó por distintas jurisdicciones y en la que estimaban como probable poder lograrlo, si se tienen en cuenta los casos en los que los ladrones sustraen autos para escapar rápido de la zona. Una vez que el nerviosismo empezaba a disminuir en las víctimas, llegó el turno para ellos de cerrar por el resto del día para poder ir a declarar y radicar la denuncia en la comisaría.

“DOS ROBOS IGUALES”

Si bien entre este episodio y el anterior que sufrió la martillera pasó un año y medio, la mujer hizo de inmediato la asociación: ambas veces la asaltaron en las mismas circunstancias.

“Eligieron el momento de la tarde temprano, cuando los otros negocios del barrio están cerrados y no anda nadie por la calle”, contextualizó Ana.

También coincidió el hecho de que los ladrones, uno diferente en cada oportunidad, aprovecharon la excusa de estar averiguando alquileres para dar el primer paso.

Otros ejemplos de esta modalidad se registraron en distintos barrios de la ciudad y alrededores. Al respecto, los investigadores sostienen que “en la gran mayoría de los casos ése es el señuelo que utilizan para ganarse la confianza de la víctima y además para no levantar la sospecha de nadie”.

Tal vez por esos motivos fue que el ladrón que ayer actuó en 23 y 63 lo hizo a cara descubierta, y sin necesidad de acentuar las amenazas más que exhibiendo un arma.

El otro aspecto del que el delincuente se cuidó fue de no quedar grabado: le preguntó a la martillera si había cámaras de seguridad en el local, y ante la negativa siguió con el asalto.

Sin embargo, los investigadores tienen la posibilidad de utilizar los domos de monitoreo emplazados sobre diagonal 74, el lugar hacia el que el ladrón huyó con el auto robado.