Movidas internas que pueden sacudir el tablero

INSAURRALDE, JUNTO A SU PAREJA JESICA CIRIO, DÍAS ATRÁS EN LINCOLN

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

La semana pasada, durante una gira por el interior, Sergio Massa estaba almorzando con 3 ó 4 operadores políticos bonaerenses que lo acompañaron cuando sondeó la opinión de la mesa respecto al posible salto a su espacio del diputado Martín Insaurralde, aún en el Frente para la Victoria. Todos los presentes se mostraron de acuerdo, bajo el argumento de que sería un golpe maestro para derrumbar las posibilidades de Daniel Scioli en la carrera presidencial. El Gobernador, dicen, aspira a llevar al lomense como candidato a su sucesión.

Hace algunas horas, el ex intendente de Tigre se reunió en forma muy reservada con un grupo de consultores políticos que suelen hacer encuestas e interpretar la opinión pública y con algunos dirigentes de su espacio, entre los que no estaban los que habían protagonizado aquel almuerzo. Preguntó lo mismo y se analizó que, más allá de que efectivamente sería un daño objetivo para el oficialismo, la mudanza de Insaurralde podría generar un desacomodamiento interno en el Frente Renovador difícil de encauzar. Y se concluyó que llegado el caso el propio Massa debería afinar muy bien el discurso para explicar su asociación con un dirigente que, hasta ayer nomás, supuestamente representaba lo opuesto a él. “En política, dos más dos no siempre es igual a cuatro”, explica una fuente que estuvo al tanto de esas conversaciones.

Se sabe que el diputado de Lomas de Zamora no está nada cómodo en el kirchnerismo y es por eso que Scioli, habitual consumidor de encuestas, trata de mimarlo políticamente cada vez que puede. Tal vez espere un volantazo del Gobernador, un gesto que marque distancia real con la Rosada, que al parecer no llegará.

INTENCION DE VOTO

Aún cuando puede sonar prematuro, los sondeos dicen que Insaurralde es el precandidato a gobernador con más intención de voto de todos los espacios. Una reciente encuesta de Poliarquía le otorgó 39% de adhesiones y 23 puntos porcentuales más que el postulante que le sigue. Es, a todas luces, una figura apetecible para los espacios de perfil justicialista.

Ante un grupo de intendentes K, Scioli volvió a definirse como un hombre de “consensos”

Toda una vertiente del Frente Renovador, en la que aparece el precandidato Darío Giustozzi como el más vehemente, cree que la llegada de Insaurralde desperfilaría a Massa en su rol de oferta electoral opositora.

Con una elección en la que, hasta ahora, asoma el ballotage como opción más que probable, los que piensan esto último insisten en que el tigrense necesita esculpir una propuesta bien diferenciada del oficialismo, un rol al que también aspira el macrismo y el Frente Amplio-Unen. Según esa tesis, la asociación con el de Lomas, último candidato bonaerense del Frente para la Victoria, atentaría contra ese objetivo. “Lo que ganás por un lado, lo perdés por el otro”, explican las fuentes consultadas.

Otros dirigentes del FR piensan que Insaurralde debería sumarse al espacio pero no ser candidato a gobernador. Son los que creen que el principal objetivo de la mudanza del diputado debería ser, básicamente, el daño político al sciolismo. Y que la intención de voto del propio Massa es suficiente para hacer ganar en la Provincia a cualquier postulante que lleve adosado a la boleta presidencial.

Evidentemente, el mayor enojo de los socios territoriales de Massa por el coqueto con Insaurralde se da en la Tercera Sección Electoral (sur del Conurbano), donde el Frente Renovador está en minoría respecto a la cantidad de intendentes que tiene el oficialismo. Estos dirigentes del massismo sienten que desde el año pasado, cuando se realizó la elección legislativa, son una suerte de “resistencia” a la hegemonía K en esa zona.

El propio Insaurralde ha sido en cierta forma el verdugo de ellos porque ganó el comicio a nivel seccional, probablemente la única buena noticia que tuvo el Frente para la Victoria en medio de la “ola massista” del 2013.

La semana pasada estuvo muy instalado el rumor de que el pase de Insaurralde era un hecho . La versión incluyó, por ejemplo, al jefe comunal de Esteban Echeverría, Fernando Gray, quien en privado no se cansa de marcar su “decepción” con el trato que le dispensa la Casa Rosada. Gray fue funcionario nacional antes de volcarse a la comuna: era un estrecho colaborador de la ministra Alicia Kirchner.

BUSCA SUMAR

Ejercitado en frenar estas movidas, se lo vio a Scioli acudir rápido a Esteban Echeverría, donde logró la adhesión del intendente a las policías locales, su apuesta personal en materia de Seguridad. Y logró la declaración formal respecto a la pertenencia de Gray al espacio oficialista. Al menos por ahora.

Además, la foto reciente de Scioli con un grupo de 30 intendentes bonaerenses que responden al kirchnerismo, lo mostró mucho más como un candidato presidencial en plan de contención política que como gobernador. Allí habló de darle continuidad a lo hecho por la Presidenta y volvió a definirse como un hombre de “consensos”. Una aptitud, por cierto, que no caracteriza a la Casa Rosada.

Antes, el Gobernador se había reunido con el grupo de jóvenes jefes comunales conocido como “Los Oktubres”, que se identifican casi ciegamente con el cristinismo. Al punto que fueron los que hace poco le abrieron la puerta de la Provincia al gobernador de Entre Ríos y precandidato presidencial híper K, Sergio Urribarri, cuyo sueño de pelear por la sucesión de Cristina en las Primarias Abiertas del oficialismo parece achicarse al mismo ritmo que tienden a aumentar las chances del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, de quedarse con ese sitial que supone un abierto desafío a Scioli.

Con sus trenes y sus documentos celestes, Randazzo -que asegura que jamás competirá por la gobernación, aún cuando los números le den mejor que a nivel nacional- ha logrado instalar una cierta imagen de hacedor y acaso termine siendo el rival elegido por la Presidenta para pelear con Scioli. Es, paradójicamente, uno de los ministros más alejados de Cristina desde la cuestión personal y afectiva, explican fuentes oficiales con despacho en la Casa Rosada.