El otro Macondo

“La invención de Macondo es la mejor asimilación latinoamericana del Yoknapatawpha de William Faulkner, tan buena que la deuda queda saldada por la originalidad inherente del colombiano”, destacó el escritor y editor Luis Chitarroni al recordar a Gabriel García Márquez.

Chitarroni se refirió así al pueblo conjurado por Gabo durante los 18 meses entre 1965 y 1966 que le llevó escribir su novela “Cien años de soledad”, considerada una obra maestra de la literatura universal y estandarte del boom latinoamericano que le valió una popularidad que ningún hispanoamericano tenía desde Miguel de Cervantes, inspirada en su Aracataca natal, escrita en México y publicada por primera vez en Buenos Aires.

Mientras que fue en su casa de Rowan Oak entre 1929 y 1936 que Faulkner (1897-1962) escribió cuatro de sus novelas más famosas: “El ruido y la furia”, “Mientras agonizo”, “Luz de agosto” y “¡Absalom, Absalom!”; narraciones complejas con un lenguaje muy rico instaladas en el ficticio condado de Yoknapatawpha, inspirado en su natal Lafayette, Misisipi, y concebido como un universo en sí mismo, con su propia geografía, historia, relatos y relaciones.

“Un periodista excepcional, extraordinario, como lo demuestran las compilaciones periodísticas ‘Textos costeños’, ‘Entre cachacos’... Me gusta en particular la nota que hizo sobre María Moliner y su diccionario, tardíamente”, resumió Chitarroni sobre el García Márquez cronista.

“La primera etapa, la que le pide volver a publicar a Porrúa, es un aprendizaje y una gran lección - reseñó Chitarroni-: ‘El coronel no tiene quien le escriba’, ‘La mala hora’, ‘La hojarasca’... Para mí escribió uno de los mejores cuentos de todos los tiempos: ’Isabel viendo llover en Macondo’”.

Su muerte –a los 87 años en Ciudad de México-, “no admite la tontería de la obsecuencia y la adulación que serán, seguro, los homenajes más frecuentes”, concluyó quien disertara junto al hermano de Gabo, Jaime García Márquez, en el ciclo homenaje “Presencia del ausente”, hace una década.