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Revista Domingo |CONTRATAPA

El ruido que hace la vida

13 de Abril de 2014 | 00:00
El ruido que hace la vida

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

afcastab@gmail.com

La agencia espacial captó el sonido del planeta y el “canto” de la Tierra hoy hace furor en Ia web. El video –informaron- con ese registro sonoro fue subido a internet hace ya varios meses por la Nasa y desde entonces no para de recibir visitas de todo el mundo. “¿así suena nuestro planeta?”, se preguntan los miles de usuarios que acuden a escuchar y escucharse.

¿Qué se oye? Parecen sirenas, el chasquido de delfines o un ulular lejano, han comentado. Pero ese inmenso murmullo es el sonido que hace la Tierra en medio del silencio cósmico. Un arrullo que fue registrado por La Nasa para que todo el mundo pueda escucharlo y sepa cómo nos hacemos sentir en medio de tanto cielo.

Bajo el título de “el sonido que produce la Tierra”, el registro se convirtió en uno de los videos más visitados y que más asombro genera. Sucede que muchos no pueden creer que lo que se escucha sea algo tan perfecto, armonioso y, sin artificios mediante, creado espontáneamente por un planeta al que, si uno le acerca el oído, escuchará que le sobran alborotos y la faltan partituras.

Según se explica, lo que se oye en internet -algo que los científicos denominan “coro”- es consecuencia de las emisiones de radio del planeta y se trata de uno de los ejemplos de este sonido más nítidos que se han escuchado hasta el momento.

Lo concreto, más allá de las explicaciones científicas, es que la Tierra es el único planeta ruidoso en medio del silencio absoluto que cruza imperturbable por el firmamento. Su expresión es un susurro que suena musical, aunque su melodía está hecha por el bochinche y el silencio de millones y millones de criaturas que con su balbuceo, sus máquinas y sus estampidos le van dando rumores humanos a tantas distancias vacías.

Ese ruido, nuestro ruido, está hecho de gritos y sinfonías, de lágrimas y risas, de cuentos y confesiones, de campanas y bombas, de voces asesinas y poesías. Y gracias a ese extraño entramado, compuesto por millones de acordes, nuestro viejo mundo, sin director ni ensayo, deja en la inmensidad del espacio a cada instante su eterna carga de festejos y rezongos,

En estos días, como los oídos de helicópteros, ingenieros, buzos y barcos buscan algún quejido de la caja negra del avión malayo, el ruido ha ganado legítimo protagonismo. Y en la enormidad del universo, en ese silencio absoluto, la Tierra impone su serenata leve, inacabable y única, hecha también se sirenas y brindis, de palabras de amor y de sacudones de violencia. Ese es el ruido familiar que los internautas escuchan sin distinguirlo. El latido del único planeta chismoso entre tanta mudez.

Como sabemos que nada se pierde del todo, habrá que suponer que el espacio tendrá algún depósito celestial para poder ir guardando nuestras expresiones. El astronauta John Glenn, cuando volvió de su travesía, confesó que muchas veces extraña el silencio infinito de aquel cielo. Era una nada absoluta que misteriosamente lo acercaba a su casa.

Paco Umbral alguna vez dijo que la música celestial es una cosa que se apagó con el rugido de las primeras naves espaciales. Quiso culpar al hombre de haber roto para siempre ese antiguo pacto de silencio. Hoy, por esa inmensidad, andarán rodando La chatarra de esas aventuras espaciales que celebran el afán de progreso de un mundo que, sin vecinos a la vista, aún sobrevive -como decía el poeta- “tras los cristales de esos inmensos cielos en los que nadie escucha el rumor de la vida”.

Este leve rumor que no dejará de sonar nos recuerda que aquí hay demasiado estrépito y que la Tierra, como cuentan los astronautas, cuando se la mira desde lejos, vuelve a ser lo que fue en sus primeros días: una inmensa cáscara de esperanzas que con su confuso sonido trae canciones de cuna y pedidos de auxilio. Su susurro, acaso reclama un poco de paz y de clemencia para que este viejo mundo pueda seguir hablándole a la eternidad con más música que balazos.

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